Por El Contendor
Cada
parábola del Señor Jesucristo es una enseñanza que cuanto más hurgamos y más
investigamos sobre su contenido más material precioso extraemos para edificar
nuestras vidas como creyentes cristianos.
Para
poder entenderlas y comentarlas es necesario tener en cuenta ciertos factores
que pueden llegar a modificar su interpretación, como por ejemplo: la época en
que fue expuesta, el pueblo o la gente a la que estaba dirigida, las
costumbres, las tradiciones y las creencias de tales personas, el momento
político de esos pueblos etc.
Quien
visite mi publicación del 25 de noviembre de 2010, podrá encontrar la Parábola
del Hijo Pródigo bajo dos interpretaciones muy diferentes: una, la del Sr. Dan
Córner plagada de errores, interpretada bajo el punto de vista de sus herejías.
La otra interpretación, cuyo autor es el
Dr. Kenneth E. Bailey, (y que yo he usado para refutar a la primera), es la mejor interpretación que
he encontrado, y que según mi modesta
opinión, es la que extrae la verdadera esencia de la enseñanza.
Con
respecto a la Parábola de las Diez
Vírgenes (o doncellas o jóvenes),
luego de mucho leer no he encontrado una interpretación que exprese o que
explique el valor o significado de ciertos elementos, y el rol que desempeña
los personajes de la narración, en la propia narración y en referencia a su
aplicación a las vidas de las personas a las que iba dirigida. Pero tomando los aciertos de los muchos
comentarios que he leído, me he permitido escribir sobre mi propio punto de
vista como si armara un rompecabezas, buscando que cada pieza encaje en su
lugar.
Como
una primera aclaración y presentación, transcribiré un párrafo extraído de la
Wikipedia:
“La enseñanza encerrada en esta parábola es
de estar siempre preparados para la segunda venida de Jesucristo, el cual es
representado en la parábola como el novio, siendo así las diez vírgenes los
creyentes que esperan a Cristo y la boda, el gozoso evento de su regreso.En los tiempos de Jesús, la tradición judía en las bodas era que; un grupo de amigas de la novia esperaran al novio cerca del lugar en el que se llevaría a cabo la fiesta de bodas, para iluminarle el camino con lámparas cuando éste llegase, esto es lo que trata la parábola, y no, como se cree usualmente, que el novio contraerá matrimonio con las diez vírgenes, en un acto de poliginia. (o poligamia).”
Emplearemos la versión de “La Biblia en lenguaje sencillo” para que la narración quede en el lenguaje común, con el cual estamos más familiarizados:
Mat
25:1 "En el reino de Dios pasará lo mismo que sucedió una noche en una
boda. Diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al
novio.
Mat 25:2 Cinco de ellas eran descuidadas, y las otras cinco, responsables.
Mat
25:3 Las cinco descuidadas no llevaron aceite suficiente,
Mat
25:4 pero las cinco responsables llevaron aceite para llenar sus lámparas de
nuevo.
Mat
25:5 "Como el novio tardó mucho en llegar, a las diez muchachas les dio
sueño y se durmieron.
Mat
25:6 Como a la media noche, se oyeron gritos: "¡Ya viene el novio, salgan
a recibirlo!"
Mat
25:7 "Las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas.
Mat
25:8 Entonces las cinco muchachas descuidadas dijeron a las responsables:
"Dennos aceite del que ustedes traen, porque nuestras lámparas se están
apagando".
Mat
25:9 "Las cinco responsables contestaron: "No tenemos bastante aceite
para darles también a ustedes. Es mejor que vayan a comprarlo".
Mat
25:10 "Mientras las cinco muchachas descuidadas fueron a comprar aceite,
llegó el novio. Entonces, las cinco muchachas responsables entraron con él a la
fiesta de bodas y la puerta se cerró.
Mat
25:11 Cuando las cinco descuidadas volvieron, encontraron todo cerrado y
gritaron: "¡Señor! ¡Señor! Ábranos la puerta".
Mat
25:12 "Pero el novio les contestó: "No sé quiénes son ustedes. No las
conozco".
Mat
25:13 "Por eso ustedes, mis discípulos, deben estar siempre alerta, porque
no saben ni el día ni la hora en que yo volveré.
Veamos
un poco del contexto histórico de esta parábola:
En la cultura judía, una pareja mantenía su
noviazgo por largo tiempo antes de contraer nupcias y la promesa de compromiso
era un pacto similar a los votos del matrimonio. En el día de las bodas el
novio iba a la casa de la novia para la ceremonia; luego la pareja, formando
parte de un gran y alegre desfile, al que se iba agregando gente por el camino,
regresaba a la casa del novio donde tenía lugar una fiesta que con frecuencia
duraba toda una semana. Estas diez doncellas que se mencionan en la parábola,
serían probablemente amigas de la novia y estaban esperando el pasaje del
cortejo nupcial para unirse al desfile
con sus lámparas encendidas y así entrar en la casa y participar en el banquete
de bodas. Pero el paso de la comitiva
dependía de la hora en que el novio decidiera emprender la marcha y esto podría
suceder a cualquier hora; de modo que los que pretendieran unirse al cortejo
nupcial tendrían que estar preparados
esperando en algún punto del recorrido para salir a su encuentro a recibir al
novio cuando se le ocurriera llegar. A veces la espera podría ser muy larga y
cansadora y extenderse hasta muy avanzada la noche. Un detalle importante era
que a nadie se le permitía estar en la calle cuando anochecía sin una lámpara. Las
lámparas probablemente eran recipientes en que se echaba una cantidad
limitada de aceite de oliva, con una mecha que se extendía hacia arriba. Muchas
veces llevaban esta clase de lámpara en la punta de un palo que se alzaba sobre
la cabeza.
El relato de Jesús nos dice que el novio
tardó mucho en llegar; las diez jóvenes que esperaban el cortejo nupcial
vencidas por el cansancio se quedaron dormidas hasta que las despertó el clamor
que anunciaba que llegaba el novio. Entonces, al aprontar sus lámparas para
salir a recibir al novio, las cinco jóvenes descuidadas comprobaron que sus lámparas se quedarían sin aceite, y
como las prudentes se negaran a prestarles algo de la reserva de aceite que
ellas tenían, debieron salir a comprarlo. Mientras iban a buscar aceite, se les
hizo tarde y no pudieron participar en la fiesta, porque era también costumbre
que luego de cerrada la puerta de la casa, ya nadie podía entrar para
participar del festejo.
El propósito de la parábola puede aplicarse
para representar a los preparados (creyentes nacidos de nuevo) y a los no
preparados (creyentes nominales) para recibir a Cristo en su venida, y el hacer
ver cómo los no preparados, hasta el
fin, podrían confundirse con los preparados, la estructura de la parábola
convenía acomodarse a esto, haciendo que las lámparas de las jóvenes
descuidadas ardiesen tanto como las de las prudentes, hasta cierto punto, y
sólo entonces descubrir su incapacidad de seguir ardiendo por falta de una
nueva provisión de aceite. Pero este es sólo un recurso estructural; y
la diferencia verdadera entre las dos clases que profesan amar la venida del
Señor, es radical: unos son los
salvos y otros los que aún no han
sido salvos. Estos últimos son los que están en camino de ser salvos pero aún sus vidas no han dado el giro de
180 grados (una media vuelta) para dar la espalda al mundo y comenzar a caminar con el Señor es decir, nacer a
una nueva vida en Cristo.
La salvación es una
experiencia personal e intransferible. No se debe culpar a las jóvenes
prudentes por no estar dispuestas a compartir su aceite con las descuidadas. El
aceite significa sólo un estado de preparación o, más bien, una experiencia genuina de salvación, la
cual no sirve para cubrir la necesidad de otro. Las prudentes contestaron a las
descuidadas en forma terminante,……. “id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas” (versión RV 60). En esta frase se nos da a entender, se nos
advierte, que hay ciertas cosas que no se pueden pedir prestadas. A las jóvenes
descuidadas les resultó imposible conseguir aceite prestado cuando descubrieron
que les hacía falta. No se puede recibir
prestada una relación con Dios. Cada cual debe poseerla por sí. No podemos
estar viviendo siempre de prestado del capital espiritual que han reunido
otros: Hay ciertas cosas que tenemos que ganarnos o adquirir por nosotros
mismos, porque no nos las pueden prestar otros. La decisión de abandonar al
mundo y al pecado para seguir a Cristo es un paso que debe dar cada uno por sí
mismo; nos pueden ayudar, aconsejar, instruir pero debe ser nuestra mente,
nuestro corazón el que nos impulse a dar ese paso hacia Cristo. Otra enseñanza,
la más importante que nos deja esta parábola, es que la venida del Señor, ya
sea para venir por nuestra alma en el momento de la muerte o para venir por los
suyos en la “parousía” (su 2ª
venida), puede ocurrir en el momento
menos esperado. La demora en la llegada del novio representa el lapso entre
la primera y segunda venidas del Señor. La venida del novio en forma inesperada
se refiere a la parousía o parusía, y tengamos en cuenta lo que nos dice
el apóstol Pedro con respecto a la tardanza en la llegada del Señor:
2Pe 3:9 El Señor no retarda su
promesa, según algunos la tienen por
tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento.
Dónde más variantes de interpretación he
encontrado es en el papel que juega el aceite.
Algunos
han argumentado que el aceite de las lámparas representa al Espíritu Santo,
pero esta no sería la explicación concordante con la Biblia pues leemos:
Jua 3:34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues
Dios no da el Espíritu por medida.
Por lo tanto si las jóvenes prudentes tenían aceite suficiente
y las descuidadas estaban faltas de aceite, concluimos que no podía ser que en ambas
clases de jóvenes morara el Espíritu
Santo en distintas medidas.
Además el E.S. mora sólo en
los creyentes verdaderos, en los cristianos nominales, pues no han pasado por
el nuevo nacimiento, no son morada del E.S.
No debe confundirse el
creyente en el cual habita el Espíritu Santo con el creyente “lleno del
Espíritu Santo”. La llenura del E.S. no es una medida que expresa cantidad, sino que expresa el control total que el Espíritu tiene en todas las áreas
de la vida del creyente.
Yo opino que una analogía
que se puede formular sobre la función y la importancia del aceite en las lámparas
sería la siguiente: el aceite es equivalente a la Palabra de Dios, la lámpara
es el corazón de cada cristiano sea verdadero (las jóvenes prudentes) o nominal
(las jóvenes descuidadas). Cargar la
lámpara, sería alimentar nuestro
corazón con la Palabra de Dios oyendo la cual, se nutre nuestra fe. Encender la
lámpara significaría comenzar a hacer la
Palabra (Santiago 1:22) y así comenzar a caminar hacia Cristo (en la parábola: ir al encuentro del novio).
Los verdaderos creyentes,
los que ya tienen nueva vida en Cristo, ( en la parábola: las jóvenes
prudentes).Éstas han llenado con suficiente aceite (con la Palabra) en sus
lámparas (en sus corazones) y así, con
suficiente fe, han salido y han llegado a recibir al novio (Cristo) y con Él han
entrado a la fiesta de bodas. Son los creyentes salvos que han llegado a Cristo
y tienen nueva vida en Él; como dijimos más arriba, han tenido una experiencia genuina de salvación.
Los cristianos nominales
(de nombre solamente), en la parábola: las jóvenes descuidadas, fueron
negligentes al recibir la Palabra y no la atesoraron suficientemente en su
corazón, hicieron como el que llena un recipiente pero es más lo que derrama
que lo que incorpora en él, se les ha predicado el Evangelio pero es más lo que
han dejado pasar por alto que lo que les ha quedado en su mente y han sentido
en su corazón. Sus lámparas contienen muy poco aceite, están encendidas pero
con una fe muy débil, vacilante, quieren caminar con Cristo pero todavía no han
podido o no han querido renunciar a las cosas del mundo. Dicho de otra manera,
Jesucristo no es el Señor de sus vidas, no han tenido el nuevo nacimiento (Juan
3:7).
Cualquier golpe de viento
apagará la débil llama de sus lámparas, y no podrán seguir caminando para ir al
encuentro del novio; y cuando se vuelvan de su camino para conseguir más aceite
para sus lámparas, quizás vayan a comprarlo al lugar menos indicado y allí les
venderán un aceite adulterado, un aceite que no arde (el falso evangelio); se
han quedado en mitad del camino, no han podido llegar al novio (Cristo); estas son las personas que no han llegado a ser salvas. Han
llegado tarde a la fiesta de bodas y encontraron la puerta cerrada, y por más
que clamaron recibieron por respuesta del novio: "No sé quiénes son ustedes. No las conozco". Estos son los que nunca tuvieron un
encuentro con Cristo y están excluidos de “las bodas del Cordero” (Apocalipsis
19:9).
Estos “cristianos” nominales son los que dejan para más tarde su genuina
conversión y se duermen en sus pecados, siguen apegados a las costumbres y
cosas de este mundo. De esta tremenda imprudencia despertarán ante el Señor
para ser juzgados en el momento de la muerte, o quedarán en el mundo para
sufrir la tribulación, luego que los verdaderos creyentes sean arrebatados para
ir al encuentro del Rey de Reyes.
Jesús concluyó esta parábola diciéndoles a quienes lo escuchaban:
Mat 25:13 Velad,
pues, porque no sabéis el día ni
la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir