EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



sábado, 25 de julio de 2015

LA CONDENA POR LA LEY, LA SALVACIÓN POR LA GRACIA (Parte IV)

EL PECADO DEL HOMBRE (Parte II)
Romanos 5:12 dice:
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Según venimos viendo desde el último post publicado en El Contendor, pudimos apreciar como Dios describe la naturaleza pecaminosa del hombre, y como ésta se hace extensiva a todos los hombres a lo largo de todas las épocas y de todo el mundo tal y como describe el versículo que arriba encabeza.
El punto que trataremos en esta cuarta parte del estudio que venimos haciendo sobre la salvación por la gracia y la condena por la ley tiene que ver con lo que es el pecado en sí mismo, y sus consecuencias. Así que la primera pregunta que debiéramos hacernos para poder entender bien de qué habla Dios cuando dice: “por cuanto todos pecaron” es: ¿qué es el pecado?
Para empezar a responderla debemos ir directamente sobre el versículo de Romanos 5:12 y al leerlo notaremos que está remitiéndonos a un hecho que se da en Génesis 2 y 3 cuando Adán y Eva desobedecen el mandato de Dios:

16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
17 más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Genesis 2:16-17)
Aquí en Génesis 2 vemos expresado el mandato que Dios da a Adán prohibiéndole que comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal, bajo la advertencia de que la consecuencia que acarrearía la desobediencia de dicho mandato seria la muerte, algo totalmente no conocido por Adán quien hasta este punto de la historia es un ser inocente y sin mancha ni contaminación por el pecado.
Luego vamos directamente sobre Génesis 3
 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido,[a] y él se enseñoreará de ti.
17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva,[b] por cuanto ella era madre de todos los vivientes.
21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
Luego de leer Como Satanás tentó a Adán y a Eva a desobedecer el mandato divino y como estos cayeron en la tentación y comieron del árbol que Dios les prohibió comer, nos centramos en los versículos  19 y 24. En el V. 19 la biblia dice que Dios maldijo al hombre condenándole a comer con el sudor de su frente “hasta que vuelva a la tierra” en clara relación a lo que El mismo le advirtió que sucedería el día que desobedeciera el mandamiento de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. “polvo eres, y al polvo volverás” es la sentencia de muerte que Dios establece para el hombre. Aquí vemos establecida de manera literal la muerte física como la consecuencia de la desobediencia. Y a lo largo del capítulo vemos que la definición más clara de pecado es el levantamiento, la omisión, y la desobediencia de la autoridad y mandato divino. Pecado es todo aquello que se levanta contra Dios, que es contrario a su perfecta y santa voluntad y que por tanto se convierte en una ofensa a su santidad. Al desobedecer, tanto Adán como Eva se convirtieron en los primeros hombres pecadores, y desde el origen mismo la raza entera quedo contaminada con ese germen de sublevación, contra su hacedor. Del mismo modo la consecuencia cayó sobre Adán y paso a toda su descendencia.
Dicha consecuencia, también es descrita en Génesis no solo como la destrucción física del hombre, sino también la separación espiritual y absoluta de Dios, pues en el verso 24 vemos que Dios echó fuera de su presencia al hombre, y puso al oriente del huerto querubines y una espada encendida que se revolvía por todos lados para guardar el camino al árbol de la vida.
Lo más interesante de este V 24 es que Dios impide al hombre el acceso al árbol de la vida, y entonces la pregunta más obvia es: ¿por qué impide Dios el acceso al árbol de la vida? Desde luego esta pregunta esta respondida en el mismo capítulo, ya que si la sentencia del pecado fue la muerte, este ya no tenía más acceso a la presencia de Dios y por lo tanto estaba muerto espiritualmente también.
Ahora bien, todos entendemos con bastante certeza la muerte física, pues es algo que lamentablemente nos ha tocado ver en este mundo de muchas formas. Sin embargo, la pregunta no es sencilla de responder cuando nos preguntamos ¿Qué es la muerte espiritual?
Lo que podemos decir a la luz de génesis 3 es que la muerte espiritual es la separación del hombre de la presencia de Dios, y por eso este es echado fuera del huerto del edén. Sin embargo, ¿es solo esto la muerte espiritual?
En Mateo 13 en la explicación que Jesús hace de la parábola de la cizaña, se menciona el horno de fuego, donde hay “lloro y crujir de dientes” y es una de las alusiones que Jesús hizo al infierno y dice así:
36 Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
37 Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
38 El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.
40 De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.
41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,
42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
En el versículo 41 dice que todos aquellos que sirven de tropiezo y que hacen iniquidad serán echados al horno de fuego. Más arriba Jesús habla sobre el momento en el que esto sucederá: “el fin del siglo” haciendo referencia a un lapso de tiempo metafórico que alude al día en que Dios establezca la efectividad completa y definitiva de su sentencia sobre el hombre caído. Y se menciona al infierno como un lugar real, de sufrimiento real y con fuego real.
Probablemente el versículo que mejor explica la relación entre aquella sentencia en Génesis 3 y el infierno se encuentra en apocalipsis 21:8

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda

Habla del mismo lugar al que hace referencia Jesús cuando describe el horno donde es el lloro y el crujir de dientes, y lo describe como un lago que arde con fuego y azufre dándole este título de “muerte segunda” haciendo clara referencia a que es aquella muerte (o separación de la presencia de Dios) que viene después de la primera muerte (que es la muerte física). El infierno, es pues, la consumación definitiva de la condena que Dios estableció para todos los hombres por sus pecados. Y es también aquella manifestación absoluta de la justicia divina expresada en Deuteronomio 4:24 cuando se lo describe a Dios como “fuego consumidor”:
“Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso.”
Luego se repite esto en hebreos 12:29 donde vuelve a reiterar: 
29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

Llegando a este punto del análisis sobre lo que es el pecado y sus terribles consecuencias bajo las cuales queda expuesto todo ser humano (tal y como vimos anteriormente en este estudio) la pregunta que más apremia es: ¿existe alguna manera en que el hombre pudiera hallar una salvación de semejante fin? ¿Si hasta aquí se ha manifestado la imparcial perfecta y terrible ira y justicia divina en relación al pecado, donde está la gracia y la misericordia? ¿Puede el hombre hacer algo para salvarse? ¿Es el cumplimiento de la ley una manera de evitar el infierno? Estas preguntas son las que quedarán pendientes para resolver a la luz de las santas escrituras en el próximo capítulo de este estudio.