Por El Contendor
I) La persecución
Inicial
Quo vadis?, de Henryk Sienkiewicz es una novela histórica
muy bien documentada cuyo relato se desarrolla en la época de Nerón durante la
persecución que sufrieron los cristianos.
El título hace referencia a una leyenda (que tiene
connotaciones manifiestamente católicas) y
cuenta que, el apóstol Pedro, aconsejado por la congregación cristiana
de Roma, con intención de ponerse a salvo de la matanza de cristianos ordenada
por Nerón, salió de la ciudad. Transitando
por el camino de la Vía Apia, se encontró con un
súbito resplandor que lo hizo detener.
Viendo a Jesús, Pedro cayó de rodillas y le preguntó: ¿Quo vadis Domine? ( ¿Dónde vas, Señor?), a lo que Jesús respondió: “Mi pueblo en Roma te necesita. Si abandonas a mis
ovejas, Yo iré a Roma para ser Crucificado por segunda vez”. Sin dudar un instante, Pedro se incorporó y emprendió el regreso a la
capital para ir en socorro de los
perseguidos.
Supongamos que la leyenda tuviera algunos puntos en contacto con la
realidad:
1- Que Pedro hubiera estado, efectivamente, en Roma.
2- Que, por consejo de los suyos, decidiera huir para salvar su vida.
3- Que Pedro haya visto realmente al Señor Jesús pero el diálogo haya sido
alterado en la leyenda por las doctrinas del catolicismo
Analizaremos la argumentación de cada uno de estos tres
puntos:
1- No existen evidencias históricas de que Pedro se
encontrara en Roma en la época del incendio de la ciudad. Tampoco existen
evidencias de que no estuviera.
Este vacío en la historia, podría llenarse si se analizan
las salutaciones finales de 1 Pedro 5:12-14.
1Pe 5:12 Por conducto de Silvano, a quien tengo por
hermano fiel, os he escrito brevemente, amonestándoos, y testificando que ésta
es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis.
1Pe 5:13 La
iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi
hijo, os saludan.
1Pe 5:14 Saludaos unos a otros con ósculo de amor. Paz
sea con todos vosotros los que estáis en Jesucristo. Amén.
William Barclay comenta: “Corrientemente llamaban Babilonia a Roma, tanto los; judíos como los
cristianos. Ese es sin duda el caso en Apocalipsis, donde Babilonia es la gran
ramera, ebria de la sangre de los santos y de los mártires (capítulos 17 y 18).
La impiedad; concupiscencia y lujo de la antigua Babilonia, como si dijéramos,
se habían reencarnado en Roma. No cabe
duda que la tradición conecta a Pedro con Roma; y lo más probable es que era
allí donde se escribió la carta.”
2- La historia registra que el incendio de Roma fue la
excusa para que el emperador Nerón
comenzara una persecución atroz contra los cristianos. No olvidemos que, en
esa época, los cristianos eran considerados una secta, y cuando un líder era
capturado la sentencia de muerte era segura. Los prisioneros eran ejecutados
por crucifixión, o empalados y transformados en antorchas, envueltos en túnicas
empapadas en aceite, eran quemados vivos.
Los que menos sufrían eran los que morían decapitados,
como ocurrió con el apóstol Pablo.
Ante tal siniestra perspectiva, es muy probable que Pedro
aceptara la sugerencia de su gente y saliera de Roma.
3- El diálogo de Pedro con el Señor, se nota una frase en
la que se puede vislumbrar una influencia ciertamente católica y contradictoria
del evangelio: “para ser Crucificado
por segunda vez”.
Heb 9:24 Porque no entró Cristo en el santuario hecho
de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora
por nosotros ante Dios;
Heb 9:25 y no
para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar
Santísimo cada año con sangre ajena.
Heb 9:26 De otra manera le hubiera sido necesario
padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la
consumación de los siglos, se presentó
una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el
pecado.
Heb 9:27 Y de la manera que está establecido para los
hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
Heb
9:28 así
también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con
el pecado, para salvar a los que le esperan.
Y aquí hablo de la influencia ciertamente católica, pues
es doctrina de esta iglesia que “el
sacrificio de la misa es el mismo sacrificio de la cruz”.
De haber existido el diálogo entre Jesús y Pedro, la
respuesta del Señor, (eliminando la influencia católica) podría haber sido:
“Mi pueblo en Roma te necesita. Si abandonas a mis
ovejas, Yo iré a Roma en tu lugar”
Pedro era un hombre imprevisible e impulsivo, de intensos
sentimientos; muchas veces hablaba sin
reflexionar; atolondrado. Sus discursos muestran la actitud de un orador
desenvuelto, elocuente y enfático. Tenía cualidades naturales de conductor o
líder, su pensamiento era rápido pero superficial. Era un hombre
de acción repentina y decidida.
Pedro amaba con todo su corazón a Jesús, pero su carácter
imprevisible e impulsivo lo hacía pendular entre el heroísmo y la cobardía.
En Mateo 26:31-35 vemos a Pedro osado, atrevido en sus
afirmaciones:
Mat
eo26:31 Entonces Jesús les dijo: Todos
vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al
pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
(26:32) Pero después que haya resucitado, iré delante
de vosotros a Galilea
(26:33) Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se
escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.
(26:34) Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás
tres veces.
(26:35) Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir
contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.
Luego, en Mateo 26:51 tenemos a un Pedro heroico, tomando
una espada y, a riesgo de su propia vida, defendiendo a Jesús cuando procuraban
arrestarle.
Pero, seguidamente, en Mateo 26:69-75 vemos la cara
opuesta de Pedro cuando, en el patio de la casa del sumo sacerdote, es
descubierto primero por una criada, luego por otra, y la tercera vez la gente
lo reconoció por su acento galileo.
Mateo
26:69 Pedro estaba sentado fuera en
el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el
galileo.
(26:70) Mas él
negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.
(26:71) Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo
a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno.
(26:72) Pero él negó otra vez con juramento: No
conozco al hombre.
(26:73) Un poco después, acercándose los que por allí
estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun
tu manera de hablar te descubre.
(26:74) Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No
conozco al hombre. Y en seguida cantó el
gallo.
Leemos en el comentario bíblico “Mundo Hispano”: “En cuanto
a las negaciones, se nota también una progresión, cada vez más engorrosa para
Pedro. En la primera, pretendió no saber a qué se refería la criada. Era una
manera indirecta y suave de negarlo. Mateo observa que lo negó delante de todos (v. 70). Había muchos
testigos y cada uno comenzaba a fijarse en Pedro. En la segunda, Pedro quiso
reforzar su afirmación con juramento. No solo mintió, sino que se olvidó de la
prohibición de juramentos en tales circunstancias. Tampoco utilizó el nombre de
Jesús en su negación. En la tercera, parece que Pedro perdió total control de
sus emociones. Comenzó (v. 74)
probablemente indica que comenzó y siguió con maldiciones y juramentos en la
negación. No sólo seguía de lejos a Jesús, sino también su conducta indica que
estaba muy lejos, espiritualmente, de Jesús.”
Vemos las consecuencias de su actitud de impulsiva cobardía:
Lucas 22:61
Entonces, vuelto el Señor, miró a
Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: “Antes
que el gallo cante, me negarás tres veces.”
(22:62) Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.
Leemos el comentario bíblico “Mundo Hispano”: Tal
como Jesús había anunciado, el gallo cantó en seguida de la tercera negación de
Pedro. Lucas acota que en ese instante Jesús se dio vuelta y miró a Pedro (Luc. 22:61). Esa mirada
de amor de parte de Jesús y el darse cuenta que había fallado a su Señor
produjeron en Pedro un profundo sentido de culpabilidad. En griego hay varios
términos para expresar “llorar”. Uno describe el llanto en silencio, dejando
caer lágrimas. Pero el que se emplea aquí
describe los gemidos audibles y fuertes que expresan una profunda
angustia de alma. Amargamente (v. 75) agrega una
dimensión más al sincero arrepentimiento que Pedro experimentó después.
Luego de la resurrección, el Señor se aparece a siete de
sus discípulos en la ocasión en que ellos, entre los que se encontraba Pedro,
se disponían a pescar. Luego de comer, por invitación de Jesús, de aquélla
abundante y milagrosa pesca, Jesús establece con Pedro el siguiente diálogo:
Juan 21:15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón
Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor;
tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.
(21:16) Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo
de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le
dijo: Pastorea mis ovejas.
(21:17) Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás,
¿me amas? Pedro se entristeció de que le
dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
(21:18) De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más
joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás
tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
(21:19) Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios.
Y dicho esto, añadió: Sígueme.
En el comentario bíblico “Diario Vivir”
encontramos el significado de estos versículos:
Juan 21.15-17
En esta escena junto al mar, Jesús condujo a Pedro a través de una experiencia
que removería la nube de la negación. Pedro lo negó tres veces. Tres veces le
preguntó Jesús si lo amaba. Cuando Pedro contestó afirmativamente, Jesús
entonces le dijo que debía apacentar a sus corderos. Una cosa es decir que ama
a Jesús, pero otra es que la verdadera prueba radica en la disposición para
servirle.
Pedro se arrepintió y ahora Jesús le pide
que dedique su vida. La vida de Pedro cambió cuando al fin supo quién era
Jesús. Su ocupación cambió de pescador a evangelista, su identidad cambió de
impetuosa a "roca" y su relación con Jesús cambió. Era perdonado y
comprendió el significado de las palabras de Jesús acerca de su muerte y
resurrección.
A pesar de las muchas fallas de Pedro, siempre halló
misericordia ante el Señor y aunque nosotros también seamos infieles como
Pedro, Dios es fiel para perdonarnos si vamos a Él en arrepentimiento.
“Por la misericordia de
Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus
misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu
fidelidad. (Lamentaciones 3:22-23)”
Los tiempos de Pedro en Roma, eran tiempos de persecución
para los cristianos; en cierto modo, Nerón fue el anticristo de aquella época.
Los cristianos huían y se escondían y Pedro no fue la
excepción.
Hemos utilizado la leyenda de “¿QUO VADIS DOMINE?” como
excusa para inquirir un poco sobre el
carácter, la fe, la fidelidad y las pruebas que tuvo que enfrentar este gran
Apóstol de Jesucristo.
De ser cierta la leyenda, esta huida frustrada de Pedro,
saliendo de Roma, fue la última falla de Pedro, la última vez que Pedro le
falló al Señor. Pero bastó que en su mente recordara la mirada triste y
compasiva de su amado Maestro (Lucas 22-61) y enseguida enmendó su error y,
volviendo atrás su camino, regresó a
Roma.
Allí también protagonizaría su acto más heroico:
defendiendo su Fe entregó su vida, tal como lo había aprendido de su Señor,
Jesús; pero como se consideró indigno de morir como su Maestro, pidió que lo
crucificaran con la cabeza hacia abajo. Así lo cuenta la leyenda.
II) La persecución
final
En estos tiempos de iglesias multitudinarias en las
cuales se enseña y se cree que un avivamiento
final está ocurriendo en esta época, y que todo se está
preparando para establecer el Reino ya, el Reino ahora, y que ellos son los
artífices en preparar la inminente venida de Cristo, han ignorado o quieren
ignorar lo que el apóstol Pablo dijo en 2 Tesalonicenses 2:1-3: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin
que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” .
Pablo, en su carta a Timoteo le advierte: “También debes saber esto: que en los postreros días
vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo3:1)
También
Pablo anticipa lo que ocurrirá en estos últimos tiempos: “Pero
el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe
escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1)”.
Pero ellos, los “dominionistas”, a pesar de que se autodenominan cristianos, son los que se
quedarán en la tierra después del rapto de la verdadera Iglesia, tal como lo
describe
Mateo 24: 40-44.
Ellos serán “los dejados”
Mat
24:40 Entonces estarán dos en el
campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
(24:41) Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la
una será tomada, y la otra será dejada.
De estas multitudes de las iglesias dominionistas, que
serán dejadas acá en este planeta, aquellos
que, tomando conciencia de haber rechazado el verdadero Evangelio, (que es lo
mismo que negar a Cristo,) procuren volverse a Él, deberán soportar la Gran
Tribulación.
Como en los tiempos de Nerón, serán perseguidos y
exterminados todos los cristianos que, arrepentidos de sus pecados
“dominionistas”, no se dejen colocar la
marca de la bestia en la mano o en la frente.
Aquellos que no doblen sus rodillas para adorar al
anticristo serán ejecutados.
En los tiempos actuales, me atrevería a afirmar que, aún
en las Iglesias de Sana Doctrina, conviven creyentes nacidos de nuevo (los que
son salvos) con creyentes nominales (no salvos).
Estos últimos estarán también entre los “dejados”.
Seguramente serán ellos los primeros que reconozcan que han sido dejados porque
su aceptación de Cristo fue de “labios hacia afuera” pero por dentro sus corazones seguían siendo de piedra.
Entonces, en medio de la gran tribulación, clamarán a
Dios para que les cambie el corazón de piedra por un corazón dócil que les
permita andar en los estatutos y preceptos de Dios y ponerlos por obra.
(Ezequiel 36:26-27).
Pero, en aquél día grande y terrible de Jehová: Joel 2:31 El sol se convertirá en
tinieblas, y la luna en sangre, antes
que venga el día grande y espantoso de Jehová.
(2:32) Y
todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén
habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá
llamado.
Compare el lector el cuadro que se pinta en Joel 2:31 para los días de la
gran tribulación, y observe la similitud con el espectáculo que habrán
contemplado los cristianos y, entre ellos, el mismo Pedro durante los días del
incendio de Roma.
Una enorme porción de la ciudad ardiendo durante varios días y varias
noches, habrán convertido “el sol en tinieblas” y “la luna en sangre” teñida
por el humo que refleja el rojo de las llamas. Espectáculo pavoroso agravado
por la despiadada persecución de Nerón contra los cristianos para capturarlos,
empalarlos, quemarlos, crucificarlos, decapitarlos a espada o arrojarlos a las
fieras del circo romano.
Pasados más de 2000 años, se repetirá la escena, y en medio de la
tribulación, el gobierno mundial del Anticristo, volverá a perseguir al pueblo
de Dios, tanto a los judíos convertidos como a los gentiles que se hayan vuelto
a Cristo durante esos terribles días. El mismo Satanás que gobernó a Nerón es
el mismo Satanás que gobernará al Anticristo. Sus técnicas y tácticas serán las
mismas para conseguir que los cristianos vuelvan a la apostasía y en lugar de
adorar a Cristo adoren al entronizado gobernante mundial.
Quizás muchos ex apóstatas vuelvan
a la apostasía, en cambio otros se mantendrán firmes en Cristo; allí se cumplirá: Mateo 24:13 “Más el que persevere hasta el fin, éste será
salvo”.
Mateo 24:22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie
sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
El Señor viene
pronto; si alguien que lee esto, estuviera entre los “dejados”, recuerde que el
Señor le está dando la última oportunidad: Estará probando su fe y su
fidelidad; ¡No le falle!, no se deje colocar la marca de la bestia, ¡aunque
tenga que ser crucificado cabeza abajo como Pedro!
“Mateo
16:24 Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame.
(16:25) Porque todo el que quiera salvar su vida,
la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.”
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