Por
El Contendor
Pro
14:12 Hay
camino que al hombre le parece derecho;
Pero su fin es camino de muerte.
Hace unos días recibí en mi correo un post que me envió un hermano en Cristo, el pastor
Héctor Cattani de la Iglesia Bautista El Shaddai; en este escrito el pastor Cattani hace
referencia a las nefastas consecuencias del resurgimiento del calvinismo.
Comienza diciendo el pastor Cattani:
“Estamos viviendo días de un resurgimiento de las
creencias calvinistas las cuales con olor a naftalina están invadiendo las
congregaciones bautistas fundamentales y causando ciertos estragos. Lo que en
algunos países de latino-américa comenzó
como pequeñas escaramuzas hoy son auténticas
batallas con ribetes y alcances insospechables. Las divisiones son evidentes y
se puede ver hermanos heridos, desorientados e infectados de dudas.”
En mi última publicación del 23-05-12, mencioné a
varios “hombres de Dios que han honrado sus púlpitos” (textual); entre ellos
Charles Spurgeon, Jonathan Edwards, etc., que apoyaban la doctrina calvinista
de la predestinación.
El hecho que yo los haya mencionado no quiere significar que yo
apoye las enseñanzas calvinistas; pero tampoco concuerdo con las arminianas.
Cité a estos predicadores como ejemplo del brío, esfuerzo, valor, e intrepidez
que conferían a sus sermones, aunque no estoy de acuerdo con sus enseñanzas
calvinistas, con lo cual no los estoy descalificando de ninguna manera, pues
sigo manteniendo mi concepto de que eran hombres de Dios, con algún error de
interpretación en el tema de la predestinación. Estos errores eran frecuentes
en los predicadores de la época, dada la controversia generada, en aquellos
tiempos, por dos enseñanzas incompatibles: la de Juan Calvino y la de Jacobo
Arminio.
Los “hermanos heridos, desorientados e infectados de dudas” a los
que se refiere el pastor Cattani, me han
llevado a ponerme en el sentir de esas personas cuando se hacen la
pregunta:¿Qué hay si yo no estoy entre los elegidos para salvación sino que
estoy entre los elegidos para condenación?
Es estremecedor pensar que
un familiar querido, un hijo o un amigo pudiese estar en esa misma disyuntiva.
Mucha gente niega la existencia de un infierno real y tangible; un lugar de tinieblas, un
lugar donde el cuerpo y el alma son atormentados de mil formas posibles. Tan
grande tormento que la imaginación humana, tan proclive y fecunda en idear las
más horribles torturas, queda escasa de recursos para poder describirlo. La ausencia de Dios, en tal lugar de
tinieblas, descarta la posibilidad de recibir ningún bien, ningún consuelo,
ninguna misericordia, ningún descanso en el tormento. Cabe recordar aquél relato de un presidiario
que, luego de un accidente, estuvo muerto por 48 horas y volvió a la vida en
una forma inesperada. En esas 48 horas fue llevado a recorrer el infierno, en
una forma parecida a la que relata Pablo que fue llevado a visitar el Paraíso
(2Corintios 12:2-6). Por supuesto que las vivencias del presidiario y de Pablo
fueron diametralmente opuestas.
Pero admitamos que la palabra de Dios nos dice que, después de la
muerte, ambas experiencias pasan a ser eternas.
Existen varios relatos de personas que han estado muertas y que
han sido llevadas a visitar (a modo de advertencia) las tinieblas y el fuego
del infierno; todas coinciden en describir más o menos lo mismo: en el portal
de entrada, del lado exterior, está escrito (probablemente c/u lo leerá en su
idioma): “ESTE ES EL INFIERNO” y en el lado interno del portal, una leyenda
dice:
“QUIENES AQUÍ ENTREN, DEJEN AFUERA TODA ESPERANZA”.
Es tan tremenda esta realidad que muchos prefieren negarla y hasta
ridiculizarla, pero no por negarla serán librados de enfrentarla en algún
momento, y en ese momento, no podrán eludir la eternidad que les espera.
Por esta razón quiero hacer un humilde aporte para que cada
creyente (¿y por qué no? también algún
incrédulo), no caiga en la desorientación y en la duda creyendo que su
eternidad en el cielo o en el infierno fue determinada en forma arbitraria
dejándolo a él fuera de cualquier elección, tal como lo afirma el calvinismo.
En la Parte II veremos otra forma de explicar, (en mi opinión la
más acertada), la enseñanza sobre la predestinación.
JUAN CALVINO Y SU DOCTRINA
DE LA PREDESTINACIÓN Parte II
Por El Contendor
El Dr. Tommy Ashcraft es Pastor de la Iglesia Bautista Monte Hebrón de Monterrey, N.L. Él ha escrito este valioso estudio que
transcribo a continuación:
Posición Bíblica sobre la
“Doctrina” de la Predestinación
Febrero 16 de 2008
El lector notará que en el título de este artículo
la palabra “doctrina” aparece entre comillas. Esto es porque técnicamente, la
predestinación no debe categorizarse como doctrina. La palabra “predestinación”
nunca se menciona en la Biblia, mucho menos en relación con la doctrina. La
palabra “predestinar” en alguna forma solo aparece tres veces en las
Escrituras: Romanos 8:29 (“predestinó”)
y Efesios 1:5 (“predestinado”),
y Efesios 1:11 (“predestinados”). En los tres pasajes, la predestinación se menciona NO en referencia al hecho de que uno sea o no salvo, sino que habla de la
posición o el privilegio compartidos en el futuro de los que ya somos salvos.
Romanos 8:28 es uno de los versículos más citados
por los cristianos. Ha sido una fuente de mucho consuelo en tiempos de
confusión acerca de los eventos contrarios de la vida de un cristiano dedicado.
Pero Romanos 8:28 está incompleto sin Romanos 8:29. Romanos 8:29 no habla de la
predestinación de ser salvo o no. Habla del “prediseño” de un individuo salvo
de ser hecho conforme a la imagen del Hijo de Dios. Dios ha predeterminado que
nosotros seamos como Cristo.
La teoría que se conoce comúnmente como
“calvinismo” se introdujo por el teólogo católico Agustín en el siglo IV. Agustín enseñó que Cristo murió
no por todos los hombres, sino por unos cuantos a quienes Dios había escogido y
predestinado para ser sus hijos. Enseñó que todos los demás fueron
creados para ir al infierno. Enseñó como una realidad que todos los que fueron creados para ir al
Cielo estaban como si estuvieran ya en el Cielo, y que todos los que fueron
creados para ir al Infierno, estaban como si ya estuvieran en el Infierno. A
Agustín póstumamente le fue otorgada la canonización por la Iglesia Católica
Romana.
Más de 1,000 años después, Juan Calvino, un
ex-católico, avivó esta enseñanza que había sido olvidada desde la muerte de
Agustín. Es por Calvino que la enseñanza recibió su nombre: “calvinismo”. Agustín, el padre de esta
enseñanza, también enseñó que el bautismo de los infantes fue necesario para
poder ir al Cielo. Enseñó que una persona podría tener una regeneración
genuina, piedad genuina, y hasta fe genuina, pero sin ser miembro de la Iglesia
Católica, esto no le serviría de nada, y que iría al Infierno. Agustín también
es responsable por la enseñanza de la perfección sin pecado de María. Es
comprobable que muchos de los errores doctrinales actuales de la Iglesia
Católica tienen su origen en los escritos de Agustín.
Nadie pretendería que Juan Calvino haya sido
bautista. Fue un reformador. No mostró verdadero cristianismo ni en su actitud
ni en su comportamiento. Fue un tirano que perseguía y encarcelaba a los que no
estaban de acuerdo con él.
Hoy en día algunos enseñan que un cristiano tiene
que ser o calvinista o arminiano. Esto no es cierto. Un cristiano puede y debe
simplemente creer la Biblia. No pretendemos comenzar a entender la mente de
Dios tocante a la relación entre su soberanía y la voluntad libre del hombre.
Sin embargo, sí entendemos la enseñanza clara de la Palabra de Dios, que Dios
le dio al hombre una voluntad libre para escoger entre el bien y el mal, y una
voluntad libre para aceptar o rechazar a Cristo como su Salvador. La doctrina
de la predestinación absoluta como la presentan los “calvinistas” se reparte
entre cinco puntos. (En inglés, los puntos comienzan con las letras T.U.L.I.P.,
formando un acrónimo que significa “tulipán”.)
LA DEPRAVACIÓN TOTAL. (Un término usado por Juan Calvino). La interpretación bíblica de la
Depravación Total es que todo individuo humano es pecador por naturaleza, por
elección y por práctica. Todos tienen una naturaleza pecaminosa. La Depravación
Total no significa que todo individuo es tan malo como es posible que sea. No
significa que todos los hombres son tan malos en sus acciones terrenales, en lo
que es humanamente posible ser, como lo serían, creyéramos como Juan Calvino
quisiera. Si el hombre no tiene la voluntad libre para escoger entre el bien y
el mal, ¿cómo se explica la enorme diferencia entre el criminal habitual que
asesina sin conciencia ni remordimiento, y el hombre moralmente bueno pero
inconverso, líder en asuntos civiles y sociales en su comunidad? Hay cosas
buenas y encomendables en las vidas de muchas personas que no pretenden ser cristianas
(no son buenas a los
ojos de Dios, pero en un sentido terrenal, sin son buenas
obras).
La Depravación Total
significa que cada aspecto de la naturaleza de la persona ha sido afectada,
tocada, manchada, contaminada, pervertida o influenciada por el pecado. Todos
los hombres son capaces de ser totalmente “buenos” (estamos hablando en
comparación con los demás hombres, no de su condición espiritual), sin embargo,
por su voluntad libre escogen no serlo. Esta es la interpretación bíblica de la
Depravación Total, una posición gustosamente tenida por los bautistas
fundamentales.
Juan Calvino tomando la doctrina bíblica de la
Depravación Total añadió a la Palabra de Dios y la amplió a una posición
extrema y antibíblica. Juan Calvino llamó su doctrina “Depravación Total”, sin
embargo, lo que Juan Calvino enseñó debe ser llamado “herejía”. Bajo el término
“Depravación Total” Calvino creyó, enseñó y promovió la “Incapacidad Total”. Enseñó que el hombre NO tiene voluntad libre en el asunto de la
salvación, sino que su salvación o perdición fue predeterminada solo por Dios,
y que el hombre obra mecánicamente como un robot. En respuesta a preguntas
acerca de esto, Juan Calvino escribió:
“¿Quién, entonces,
podrá ser salvo? Eso es lo que decide solamente la voluntad soberana de Dios, y
nada más. Es asunto puramente de la voluntad soberana y divina que, sin duda,
por buenas razones que solo Dios mismo conoce, y que ninguna de éstas está
relacionada a ninguna cosa que distingue a un hombre de otro, Dios escoge a algunos
y rechaza a los demás. La elección de Dios no tiene que ver con la presciencia
excepto en cuanto a que El sabe previamente quiénes serán los miembros de la
raza humana.” (Los Institutos de Calvino, III, xxiii, página 10).
Entre Génesis 2:16 y Apocalipsis 22:17, Dios le dio
al hombre la libertad para escoger. En relación con Génesis 2:16-17, Juan
Calvino habla engañosamente. Los versículos dicen: “Y mandó Jehová
Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 más del
árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás.”
Note que Dios mandó a Adán que NO comiera del árbol
de la ciencia del bien y del mal. Juan Calvino quisiera que creyéramos que Dios
en efecto mandó que Adán no hiciera tal cosa, pero que Dios ya había
determinado que Adán violara el mandato de Dios. Eso convertiría a Dios en el
autor de la desobediencia voluntaria. Juan Calvino escribió:
“La única ocasión en que se podría
suponer que haya existido la voluntad libre fue en Adán antes de la caída. Adán
pudo haber resistido, si quisiera, siendo que cayó
solo por su propia voluntad. En esto la integridad del hombre fue dotada de una voluntad libre por
la cual, si hubiera escogido, habría obtenido la vida eterna. Sin embargo, no
existe la realidad en la voluntad libre así atribuida al hombre, en
vista de que Dios había decretado la caída, y por lo tanto esto debe haber
de alguna manera predispuesto la voluntad de Adán. Su voluntad no fue dejada en
un equilibrio neutral, ni tampoco su voluntad jamás fue en suspenso ni
incertidumbre. Fue inevitablemente seguro que tarde o temprano, Adán caería en
la maldad, y con esa caída inevitable, se desapareció todo rasgo de la libre
voluntad que el hombre habrá tenido. A partir de ese tiempo, la voluntad se
corrompió junto con toda la naturaleza del hombre. El hombre ya no poseía la
capacidad de escoger entre el bien y el mal.” (Los Institutos de Calvino, II, Página
8).
La creencia que el hombre no tiene la capacidad de
escoger entre el bien y el mal, pone la responsabilidad y el origen del pecado
del hombre sobre Dios. Calvino quisiera que creyéramos que somos “robots”, y
que nuestras acciones son decretadas por la voluntad soberana de Dios. La creencia que el hombre no
tiene capacidad de escoger entre el bien y el mal, y que como consecuencia,
hace el mal, pone la responsabilidad del pecado del hombre sobre Dios mismo. Esa es una posición
bíblicamente intolerable.
En la declaración misma de Calvino arriba citada,
una vez más Calvino habla con engaño. Dice que Adán pudo resistir; que Adán
cayó por su propia libre voluntad; que la caída fue decretada por Dios. Juan Calvino, ¿cuál es tu
posición, al fin? Las tres declaraciones no pueden ser verdad.
La Biblia enseña claramente que Dios alumbra a los
pecadores (Juan 1:9; 12:32, y 16:8). La Biblia enseña también que el hombre
tiene una voluntad libre, y que el hombre ejerce libremente esa voluntad. Esto
se analizará también bajo el punto llamado “Gracia Irresistible”. Por ahora,
notemos simplemente que a través de la Biblia Dios establece la voluntad libre
del hombre para escoger para sí mismo (Juan 1:12, 3:16, 5:24, Hechos 2:21,
16:30-31. Esta es una lista corta de muchos versículos que establecen la
voluntad libre del hombre para escoger.
Los bautistas
fundamentales rechazamos la enseñanza de Juan Calvino tocante a
lo que él llama La Depravación Total, que en verdad es la Inhabilidad Total. Creemos y enseñamos
que el hombre está totalmente depravado, pero que Dios, en su voluntad
soberana, dotó al hombre de la capacidad de escoger entre el bien y el mal,
entre Cristo y el Diablo, entre el Cielo y el Infierno.
La Elección Incondicional. Calvino enseñó que Dios eligió, escogió o predeterminó que ciertas
personas serían salvas e irían al Cielo. Muchos calvinistas contemporáneos
declaran que no creen en la “doble predestinación” - que significa que ellos no
creen que Dios eligió o predestinó a la gente para ir al Infierno - solo a los
que van a ir al Cielo. Si uno cree que Dios de hecho predeterminó que ciertas
personas fueran al Cielo, eso requiere que uno crea también que todos los demás
fueron predeterminados para ir al Infierno. Tocante a este asunto, Juan Calvino
escribió:
“El reprobado, así
como el elegido, es señalado por Dios como tales por el consejo secreto de
Dios, y no por ninguna otra cosa” (Calvin’s Institutes II, xxii, Página 11)
En una carta a Christopher Liertet, Calvino
escribió: “Tú eres muy engañado
si crees que los decretos de Dios pueden ser mutilados, en cuanto El haya
escogido a alguno para la salvación pero a ninguno a la destrucción. Tiene que
haber una relación entre los elegidos y los reprobados.” (The Teaching of
Calvin, Chapter Vl, Página 109).
En otra ocasión, Calvino escribió:
“Su suerte fue la elección directa
e inmediata de Dios, justificada por sus vidas, pero no necesariamente como
consecuencia de ellas. Pudo salvarles de su condenación así como lo hizo con
los elegidos quienes no fueron más dignos de ser salvos, pero esa condenación
fue establecida en la eternidad pasada, y nada de lo que había en ellos pudo
transferirlos a la clase contraria, así como nada de lo que pueden ser los
elegidos puede convertirlos en reprobados”. (Calvin’s Institutes III, iii,
página 4).
Esto es totalmente
contrario a la Palabra de Dios. 1Timoteo 2:3-4, 2Pedro 3: 9, Hechos 17:30, Juan
3:16-17, Ezequiel 33:11). Dios siempre ha dicho “Si alguno quiere…” (Marcos 8:34). “Todo aquel que cree…” (Romanos 1:16) ¿Qué significan
estas palabras? Si interpretamos la Palabra de Dios consistente y literalmente,
tenemos que concluir que Dios le dio al hombre a escoger. Enseñar la “doctrina”
de la Elección Incondicional es añadir a las Escrituras lo que Dios no enseña
ni tampoco tenía la intención de que el hombre enseñara.
Lo que Juan Calvino enseñó, no fue “Elección
Incondicional”, sino “selección”. Si fuera un hecho que Dios hubiera
seleccionado a algunos, distinguiendo moralmente a un hombre de otro, entonces
Dios hace acepción de personas. Pero la Biblia dice en Romanos 2:11 y Hechos
10:34 que no hay acepción de personas con Dios.
Los bautistas
fundamentales no aceptamos la enseñanza de Juan Calvino de la
Elección Incondicional y la Condenación Incondicional de Dios, sino que creemos y enseñamos que todo
aquel que quiere puede venir a Cristo por el ejercicio de su propia libre
voluntad. Es nuestra responsabilidad darle a la gente el mensaje del evangelio,
dándoles así la oportunidad de escoger a Cristo y ser salvos, o rechazar a
Cristo y perderse.
Expiación Limitada. Calvino enseñó que la sangre de Cristo se derramó solo para los
elegidos. Enseñó que no fue para los no elegidos. El calvinista de hoy, para
disfrazar su creencia, ha cambiado el tercer punto del calvinismo a Expiación
Particular. Es otro nombre, pero la misma herejía. No importa cómo se llame, la
enseñanza sigue siendo falsa doctrina. La Biblia es muy clara en este punto,
como lo es en cualquier doctrina. Hebreos 2:9 declara que Cristo gustó la
muerte por todos.
2Pedro 2:1 dice: “Pero hubo
también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos
maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán
al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.”
1Juan 2:2 dice: “Y él es la
propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo.”
Este versículo no dice ni implica que Cristo haya
gustado la muerte solo por los “elegidos”, ni que haya sido la propiciación
solo por los “elegidos”. Tal enseñanza es herejía. Es una doctrina condenable y
condenadora, enseñar que la sangre de Cristo no haya sido derramada para toda
la humanidad desde el comienzo de la creación. Algunos nos dirían que aceptan
los otro cuatro puntos de la enseñanza de Calvino, pero que no aceptan la
Expiación Limitada. Si uno acepta la enseñanza calvinista tocante a la
Inhabilidad Total, y la Elección Incondicional, no tiene más alternativa que
aceptar la enseñanza de la Expiación Limitada. Es imposible aceptar una sin
aceptar la otra.
No es posible pretender que la sangre de Cristo
fuese derramada por todos los hombres a la luz de la declaración de Calvino: “Los reprobados, así como los
elegidos, son escogidos para ser tales por el concilio secreto de la voluntad
de Dios.” (Calvin´s Institutes III, xxii, Página 11) y “… su condenación fue
determinada desde la eternidad pasada, y nada podría transferirlos a la clase
opuesta.” (Calvin’s Institutes III, iii, Página 4).
Los bautistas
fundamentales no aceptamos la enseñanza de Juan Calvino tocante
a la Expiación Limitada. Creemos y enseñamos que la sangre de Cristo fue derramada para todos
los hombres, y que es efectiva para la purificación de los pecados de todo
aquel que se acerca a Cristo.
Gracia Irresistible. En seguida de la Elección Incondicional, Juan Calvino enseñó que si una
persona fuera uno de los que elegidos para la salvación, ocurriría que en el
momento en que Dios está (o estaba) listo para que esa persona se convirtiera
en cristiano, la persona vendría a Cristo (no por su propia voluntad, sino como
un robot que no puede resistir la gracia de Dios). De nuevo, como en el caso de
la Expiación Limitada, encontramos que el calvinista contemporáneo intenta
disfrazar o esconder su doctrina. Podrán cambiar el nombre de la enseñanza de
la Gracia Irresistible a otro nombre, pero sigue siendo la misma herejía.
Dios es Dios
soberano. Creemos, aceptamos, nos regocijamos y nos gloriamos en esa verdad.
Sin embargo, Dios, siendo soberano, escogió darle al hombre una
voluntad libre y la capacidad de escoger o rechazar el evangelio. Dios no creó
un robot que vendría a Cristo mecánicamente. Efesios 1:12 dice: “a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los
que primeramente esperábamos en Cristo.”
¿Qué gloria o qué alabanza habría en el hecho de
que aceptáramos a Cristo si no tuviéramos alternativa en el asunto? ¿Qué
significaría si no pudiéramos resistir su gracia? Nada. Juan Calvino se refería
con frecuencia a Juan 6:44-45 como prueba de su posición: “Ninguno puede
venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le
resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos
enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.” (El énfasis es mío.)
Estos mismos versículos REFUTAN la enseñanza de
Juan Calvino acerca de la “Gracia Irresistible”. La palabra “trajere” no significa “forzar”. De acuerdo a otros textos en la Palabra de
Dios, no PUEDE significar un “atracción irresistible”. La misma palabra “helkuo”, que se traduce “trajere” en el vs. 4, se encuentra en Juan 12:32 que
dice: “Y
yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.” Si la palabra “trajere” en Juan 6:44 enseña Gracia
Irresistible, entonces la Biblia enseñaría en Juan 12:32 que todos los hombres
son irresistiblemente atraídos a Cristo. Todos (hasta los calvinistas)
reconocemos que esto no está sucediendo. La palabra “trajere” en Juan 6:44 significa lo mismo que “atraeré” en Juan 12:32. Esto está en armonía con toda la palabra de Dios.
Dios alumbra a todos los hombres (Juan 1:9).
Dios convence a todos los hombres (Juan 16:8).
Dios atrae a todos los hombres (Juan 12:32).
Dios deja la decisión a cada hombre (Juan 3:16).
La Gracia
Irresistible en sí se forma de términos mutuamente contradictorias. Si es
irresistible, no es gracia. Si es gracia, no es irresistible. Una gracia
irresistible destruiría la cualidad personal de la relación entre Dios y el
hombre que es establecida por la gracia e involucra la respuesta libre de la
voluntad del hombre al amor y la gracia de Dios.
Vemos la gracia de Dios rechazada por el hombre en
Proverbios 1:24-35: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano,
y no hubo quien atendiese, 25 Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi
reprensión no quisisteis,”
Mateo 23:37: “¡Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!
¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos
debajo de las alas, y no quisiste!”
Juan 5:40: “y no queréis
venir a mí para que tengáis vida.”
En Hechos 7:51 Esteban dice: “¡Duros de
cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.”
(Vea también Mateo 22:3 e Isaías 65:12)
Los bautistas
fundamentales creemos que Dios alumbra a todo hombre que viene al mundo.
Creemos y enseñamos que la gracia de Dios puede ser rehusada o aceptada. No aceptamos la enseñanza de Juan Calvino de que la gracia de Dios es
irresistible. No hay un solo pasaje en la Escritura que enseñe que la gracia es
impartida irresistiblemente.
5. La Perseverancia de los Santos. Muchos confunden esta enseñanza con la doctrina de la seguridad eterna
del creyente, o como la describimos los bautistas: una vez salvo, salvo para
siempre. La enseñanza de Calvino acerca de este punto fue totalmente diferente
a la doctrina bíblica de la seguridad de la salvación del creyente. Calvino
enseñaba que una persona que es de los “elegidos” perseverará. Su enseñanza no tenía nada que ver con el poder guardador de Dios. Si
el individuo es elegido, sería imposible perderse, no por la gracia salvadora y
guardadora de Dios, sino por el simple hecho de ser uno de los elegidos. Enseñaba que
si uno no “perseveraba” hasta el fin, después de todo, no era de los “elegidos”, sino que había sido solo un impostor - un falso profesante. Su
énfasis estaba de acuerdo con el título de la doctrina: fue la perseverancia de
los mismos santos, y no que los santos
hayan sido sellados por el Espíritu Santo,
y guardados por el poder de Dios. La enseñanza de Juan Calvino es totalmente
diferente a la doctrina bíblica acerca de la seguridad eterna del creyente, y
ajena a la Biblia. Los versículos que enseñan que el creyente es guardado por
el poder de Dios incluyen, pero no están limitados, a Juan 10:28,29; Romanos
8:35-39; Efesios 4:30; y 1Pedro 1:4,5.
Conclusión. Quisiéramos hacer varias observaciones
en referencia al asunto de la soberanía de Dios, la voluntad libre del hombre,
y la enseñanza extraña de Juan Calvino.
1.
La Soberanía de Dios: Nosotros creemos en la
soberanía de Dios, pero creemos que en el asunto de la salvación, Dios deja la
decisión final con el hombre. Dios ha diseñado un plan de salvación en que le
ha dado al hombre la voluntad libre para aceptar o rechazar ese plan. Creemos
sin duda que Dios sabía, desde antes de la fundación del mundo, quién aceptaría
a Cristo, y quién escogería rechazar a Cristo. IPedro 1:2 dice: “elegidos según
la presciencia de Dios Padre…” NO creemos que Dios
decidió, determinó, eligió, o seleccionó a quién recibiría y quién no recibiría
a Cristo.
2.
Los términos que confunden: En referencia a los términos
calvinistas modernos, hay mucha confusión y mala interpretación. Son llamados
“calvinistas”, “hypercalvinistas”, “calvinistas de cinco puntos”… de cuatro,
tres y dos puntos.” Los cinco puntos del calvinismo que mencionamos aquí son
como las fichas del dominó que permanecen o caen todos juntas. No es posible
derribar uno de ellos y sostener los otros cuatro.
3.
La Voluntad Libre del Hombre: Alguien tuvo que decidir en
cuanto a la salvación. En la enseñanza de Calvino, ese “alguien” fue Dios. Para
aceptar esta doctrina, uno tiene que aceptar que Dios, en la eternidad pasada,
seleccionó a los que serían y a los que no serían salvos, y que la decisión de
Dios no fue relativo a ninguna cosa que podría distinguirlo a uno moralmente de
otro.
Los bautistas
fundamentales rechazamos los cinco puntos de la enseñanza llamada “calvinismo”,
que se originó en el Infierno, fue presentada en las enseñanzas de Agustín, un
“santo” católico del siglo IV, y se ha hecho famosa y ha causado mucha
confusión por Juan Calvino de la Iglesia Reformada del siglo XVI. Juan Calvino escribió comentarios sobre la mayoría de los libros de la
Biblia, que recibieron la recomendación de Karl Barth, el famoso pero errado
teólogo, quien los llamó “mejores que la mayoría”.
Hay una forma muy sencilla de detectar a un hereje,
o los que enseñan la falsa doctrina. Hágale la pregunta: “¿Qué tiene que hacer
una persona para ser salva?” Si se le hace la pregunta a una persona que cree y
enseña la doctrina de Juan Calvino, y contesta: “Cree en el
Señor Jesucristo, y serás salvo…”,
entonces su respuesta implica la voluntad libre del hombre, y su respuesta
contradice su doctrina. Lo que el “calvinista” DEBE contestar, para estar en
armonía con su doctrina, es “Para que una persona sea salva, tiene que ser uno
de los ‘elegidos’, y entonces podrás creer en el Señor Jesucristo y ser salvo.
Si uno NO es uno de los ‘elegidos’, entonces no hay nada que uno puede hacer
para ser salvo.” También podría contestar: “Tiene que esperar hasta que haya
una ‘atracción’ que uno no puede resistir, entonces puede ser salvo
automáticamente si es uno de los ‘elegidos’.”
RESUMEN:
En realidad, la doctrina calvinista está diametralmente opuesta al verdadero y
sencillo mensaje del Evangelio de Cristo, y es un ataque abierto contra él. Es
herejía enseñar que Dios, en la eternidad pasada, sin respetar la decisión que
Él por su presciencia sabía que haríamos, escogiera a algunas personas para ir
al Cielo y predestinara a otros para ir al Infierno. En IJuan 2:2, la Biblia
dice: “Y él es la propiciación por
nuestros pecados; y no
solamente por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
La
Soberanía de Dios y la Voluntad Libre y la Responsabilidad del Hombre. Se nos ha dicho muchas veces que hay dos grandes doctrinas de la
Palabra de Dios: La Soberanía de Dios, y la Voluntad Libre del hombre. Se nos
ha dicho que tenemos obligatoriamente que aceptar ambas doctrinas, aunque en
nuestras mentes finitas no las podemos reconciliar.
Si con decir que Dios es soberano, uno quiere dar a
entender que Dios es 100% dominante en 100% de los asuntos del hombre, comenzando
con su salvación, entonces tenemos que rechazar la “soberanía” de Dios.
Aceptamos el hecho de que Dios PODRÍA, si así lo
decidiera, ejercer su soberanía o dominio en cada detalle minucioso de la vida
del hombre. Que Dios PODRÍA hacer esto no es debatible. Él es Dios. Sin
embargo, nosotros creemos que Dios, en su soberanía, a propósito se limitó a Sí
mismo, en que le dio al hombre una voluntad libre. Esto de ninguna manera
desacredita ni deshonra la soberanía de Dios.
Creemos que Dios conoce (y que conoció desde antes
de la fundación del mundo) cada decisión que haría el hombre, y cada detalle de
la vida del hombre (IPedro 1:2). No aceptamos la enseñanza de que Dios decretó
todas esas decisiones, esos detalles y esas acciones. Si la soberanía de Dios se
extiende más allá de la voluntad libre del hombre, o si se dice que la voluntad
libre del hombre siempre actúa en completa armonía con los decretos soberanos
de Dios, entonces los así llamados “decretos soberanos de Dios” están en
continuo conflicto con la Palabra, la naturaleza, el carácter y la santidad de
Dios.
Esta posición presentaría miles de problemas
teológicos que son inaceptables a la luz de la revelación divina. Que el hombre
lleve a cabo decretos preordenados crearía una existencia mecánica que no dejaría lugar para la responsabilidad humana,
y cualquier intento de Dios de juzgar al hombre por su pecado sería injusto. Y
sobre todas las cosas, Dios es justo. La posible lista de las inconsistencias
en esta enseñanza podría ser interminable. Pero esto ilustra claramente el
punto. El hombre tiene una
voluntad libre y actúa independientemente NO del conocimiento de Dios, sino de
su soberanía, porque Dios decretó que el hombre tendría ese privilegio, y lo
dotó con esa capacidad. El hombre es responsable por sus decisiones y sus
acciones.
Hasta aquí el estudio del Dr. Tomy Ashcraft,
Para cerrar el tema sobre la predestinación, me
permitiré agregar un comentario que reforzará todo lo dicho hasta aquí y que,
según mi punto de vista, es un concepto que debería tenerse como primordial cuando se debate cualquier
interpretación de la Biblia. Este concepto es EL CARÁCTER DE DIOS.
El carácter de Dios está definido por sus atributos, es decir.
Dios es:
ETERNO - TODOPODEROSO- JUSTO- SOBERANO- RECTO- SANTO- OMNISCIENTE-
OMNIPRESENTE- INMUTABLE- VERAZ- FIEL- AMOR= MISERICORDIOSO, BONDADOSO, además es
PERFECTO esto, entre otras cosas quiere decir que ninguno de los atributos
mencionados puede ir en menoscabo de algún otro. Por ejemplo: su
MISERICORDIA no puede ir en contra de su
JUSTICIA, ni su SOBERANÍA en contra de su JUSTICIA o RECTITUD o MISERICORDIA.
Es muy importante analizar el significado
de c/u de estos atributos y aplicarlos para probar la consistencia de los
argumentos del calvinismo. Por ejemplo: Si Dios ejerce su SOBERANÍA, eligiendo
arbitrariamente, desde antes del nacimiento, a las personas que se salvarán y a
las que se condenarán, estaría poniendo su SOBERANÍA en contra de su JUSTICIA,
de su MISERICORDIA , de su BONDAD, es decir, en contra de su AMOR. Si eso ocurriera, Dios dejaría de ser
PERFECTO, lo cual es un absurdo.
Pongamos otro ejemplo de cómo los atributos de Dios
se manifiestan en perfecto equilibrio sin menoscabo alguno de unos sobre otros.
Para este ejemplo utilizaré un párrafo del libro de Hal Lindsey “La liberación
del planeta Tierra” que ya he publicado anteriormente en el mes de Mayo del
2010. El párrafo dice:
“Cuando se quebranta cualquier ley, el que la quebranta
incurre en una” deuda con la ley”, y la Justicia demanda que haya una
retribución de alguna clase. Fue así como, cuando el hombre quebrantó la ley de
Dios, la Justicia de Dios (que es uno de los rasgos de su carácter), tuvo que
demandar del hombre el pago completo por la pena de muerte que lo amenazaba.
Este pago era el equivalente a despojar al hombre del libre acceso a la íntima
presencia de su amante Creador. Ahora bien, éste fue el dilema (si así se
pudiera llamar) que le planteó el hombre a Dios: mientras LA JUSTICIA de Dios
ardía en ira contra el hombre por haber ultrajado éste la SANTIDAD divina, el
AMOR de Dios igualmente anhelaba encontrar el modo de perdonarlo justamente, y
volver a ponerlo en comunión con Él mismo. ¿Pero cómo podría Dios expresar su
AMOR, su JUSTICIA y su RECTITUD al hombre, todo al mismo tiempo, y todavía
requerir que se pagara la “deuda de pecado” que justamente merecía pagar el
pecador?”
“Nunca se enfrentó Dios a un desafío más
grande que este de resolver cómo podía seguir siendo JUSTO y, sin embargo,
declarar a los pecadores perdonados. ¿Cómo podría Dios satisfacer los
requisitos de su absoluta RECTITUD, la cual no podía permitir que nadie que
fuera menos recto entrara en su presencia?
Tanto LA JUSTICIA como el AMOR, tenían que conciliarse,
pero ¿cómo podía hacerse esto cuando la demanda justificable contra el hombre
rebelde era la de proscribirlo para siempre de la presencia del Santo Dios?
¿Puede un juez, cuyo hijo haya quebrantado la ley, poner a un lado la ley para
poner en libertad a su hijo?”
Hasta aquí, el ejemplo, le invito al
lector volver a repasar los capítulos IV – V y VI publicados en El Contendor,
en el mes de Mayo de 2010; allí encontrarán las respuestas a estas preguntas.
Conclusión: Querido lector, si a usted le han
predicado la doctrina calvinista de la predestinación, y esto lo ha dejado
desorientado y lleno de dudas sobre su futuro eterno, espero que luego de haber
leído lo que aquí se ha expuesto, la incertidumbre y las dudas hayan
desaparecido, porque tenga por seguro que: si usted se ha humillado delante del
Señor Jesucristo, y ha reconocido y se ha arrepentido de sus pecados y ha
confiado que en el sacrificio de la cruz,
Cristo ha pagado por todos los pecados de usted, por todos los pecados míos, y
por todos los pecados de aquéllos que le hemos reconocido como nuestro Salvador
y a Él le hemos entregado el señorío de nuestras vidas, entonces se nos dice en
“Romanos 10:9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó
de los muertos, serás salvo.”
Esto es experimentar el
nuevo nacimiento: si somos salvos somos hechos hijos de Dios: Rom 8:38 Por lo cual estoy seguro de que
ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
Rom 8:39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro.
Ni los calvinistas ni los
arminianos podrán arrebatarnos el gozo
de la seguridad de nuestra salvación.
Rom 8:12 Así que, hermanos,
deudores somos, no a la
carne, para que vivamos conforme a la
carne;
Rom 8:13
porque si vivís conforme a la carne,
moriréis; más si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne,
viviréis.
Rom 8:14
Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios.
Rom 8:15
Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de
adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre!
Rom 8:16
El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios.
Rom 8:17
Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos
juntamente con él, para que juntamente
con él seamos glorificados.
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