EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



viernes, 8 de junio de 2012

JUAN CALVINO Y SU DOCTRINA DE LA PREDESTINACIÓN Parte I


Por El Contendor

Pro 14:12  Hay camino que al hombre le parece derecho;
 Pero su fin es camino de muerte.

Hace unos días recibí en mi correo un post  que me envió un hermano en Cristo, el pastor Héctor Cattani de la Iglesia Bautista El Shaddai;  en este escrito el pastor Cattani hace referencia a las nefastas consecuencias del resurgimiento del calvinismo. Comienza diciendo el pastor Cattani:

“Estamos viviendo días de un resurgimiento de las creencias calvinistas las cuales con olor a naftalina están invadiendo las congregaciones bautistas fundamentales y causando ciertos estragos. Lo que en algunos países de latino-américa  comenzó como pequeñas escaramuzas  hoy son auténticas batallas con ribetes y alcances insospechables. Las divisiones son evidentes y se puede ver hermanos heridos, desorientados e infectados de dudas.”


En mi última publicación del 23-05-12, mencioné a varios “hombres de Dios que han honrado sus púlpitos” (textual); entre ellos Charles Spurgeon, Jonathan Edwards, etc., que apoyaban la doctrina calvinista de la predestinación.

El hecho que yo los haya mencionado no quiere significar que yo apoye las enseñanzas calvinistas; pero tampoco concuerdo con las arminianas. Cité a estos predicadores como ejemplo del brío, esfuerzo, valor, e intrepidez que conferían a sus sermones, aunque no estoy de acuerdo con sus enseñanzas calvinistas, con lo cual no los estoy descalificando de ninguna manera, pues sigo manteniendo mi concepto de que eran hombres de Dios, con algún error de interpretación en el tema de la predestinación. Estos errores eran frecuentes en los predicadores de la época, dada la controversia generada, en aquellos tiempos, por dos enseñanzas incompatibles: la de Juan Calvino y la de Jacobo Arminio.
Los “hermanos heridos, desorientados e infectados de dudas” a los que se refiere el pastor  Cattani, me han llevado a ponerme en el sentir de esas personas cuando se hacen la pregunta:¿Qué hay si yo no estoy entre los elegidos para salvación sino que estoy entre los elegidos para condenación?
Es estremecedor  pensar que un familiar querido, un hijo o un amigo  pudiese estar en esa misma disyuntiva.
Mucha gente niega la existencia de un infierno  real y tangible; un lugar de tinieblas, un lugar donde el cuerpo y el alma son atormentados de mil formas posibles. Tan grande tormento que la imaginación humana, tan proclive y fecunda en idear las más horribles torturas, queda escasa de recursos para poder describirlo.  La ausencia de Dios, en tal lugar de tinieblas, descarta la posibilidad de recibir ningún bien, ningún consuelo, ninguna misericordia, ningún descanso en el tormento.  Cabe recordar aquél relato de un presidiario que, luego de un accidente, estuvo muerto por 48 horas y volvió a la vida en una forma inesperada. En esas 48 horas fue llevado a recorrer el infierno, en una forma parecida a la que relata Pablo que fue llevado a visitar el Paraíso (2Corintios 12:2-6). Por supuesto que las vivencias del presidiario y de Pablo fueron diametralmente opuestas.
Pero admitamos que la palabra de Dios nos dice que, después de la muerte, ambas experiencias pasan a ser eternas.
Existen varios relatos de personas que han estado muertas y que han sido llevadas a visitar (a modo de advertencia) las tinieblas y el fuego del infierno; todas coinciden en describir más o menos lo mismo: en el portal de entrada, del lado exterior, está escrito (probablemente c/u lo leerá en su idioma): “ESTE ES EL INFIERNO” y en el lado interno del portal, una leyenda dice:
“QUIENES AQUÍ ENTREN, DEJEN AFUERA TODA ESPERANZA”.
Es tan tremenda esta realidad que muchos prefieren negarla y hasta ridiculizarla, pero no por negarla serán librados de enfrentarla en algún momento, y en ese momento, no podrán eludir la eternidad que les espera.
Por esta razón quiero hacer un humilde aporte para que cada creyente (¿y por qué no?  también algún incrédulo), no caiga en la desorientación y en la duda creyendo que su eternidad en el cielo o en el infierno fue determinada en forma arbitraria dejándolo a él fuera de cualquier elección, tal como lo afirma el calvinismo.
En la Parte II veremos otra forma de explicar, (en mi opinión la más acertada), la enseñanza sobre la predestinación.


JUAN CALVINO Y SU DOCTRINA DE LA PREDESTINACIÓN Parte II

Por El Contendor

El Dr. Tommy Ashcraft  es  Pastor de la Iglesia Bautista Monte Hebrón de Monterrey, N.L.  Él ha escrito este valioso estudio que transcribo a continuación:

Posición Bíblica sobre la “Doctrina” de la Predestinación

Febrero 16 de 2008

El lector notará que en el título de este artículo la palabra “doctrina” aparece entre comillas. Esto es porque técnicamente, la predestinación no debe categorizarse como doctrina. La palabra “predestinación” nunca se menciona en la Biblia, mucho menos en relación con la doctrina. La palabra “predestinar” en alguna forma solo aparece tres veces en las Escrituras: Romanos 8:29 (“predestinó”) y Efesios 1:5 (“predestinado”), y Efesios 1:11 (“predestinados”). En los tres pasajes, la predestinación se menciona NO en referencia al hecho de que uno sea o no salvo, sino que habla de la posición o el privilegio compartidos en el futuro de los que ya somos salvos.

Romanos 8:28 es uno de los versículos más citados por los cristianos. Ha sido una fuente de mucho consuelo en tiempos de confusión acerca de los eventos contrarios de la vida de un cristiano dedicado. Pero Romanos 8:28 está incompleto sin Romanos 8:29. Romanos 8:29 no habla de la predestinación de ser salvo o no. Habla del “prediseño” de un individuo salvo de ser hecho conforme a la imagen del Hijo de Dios. Dios ha predeterminado que nosotros seamos como Cristo.

La teoría que se conoce comúnmente como “calvinismo” se introdujo por el teólogo católico Agustín en el siglo IV. Agustín enseñó que Cristo murió no por todos los hombres, sino por unos cuantos a quienes Dios había escogido y predestinado para ser sus hijos. Enseñó que todos los demás fueron creados para ir al infierno. Enseñó como una realidad que todos los que fueron creados para ir al Cielo estaban como si estuvieran ya en el Cielo, y que todos los que fueron creados para ir al Infierno, estaban como si ya estuvieran en el Infierno. A Agustín póstumamente le fue otorgada la canonización por la Iglesia Católica Romana.

Más de 1,000 años después, Juan Calvino, un ex-católico, avivó esta enseñanza que había sido olvidada desde la muerte de Agustín. Es por Calvino que la enseñanza recibió su nombre: “calvinismo”. Agustín, el padre de esta enseñanza, también enseñó que el bautismo de los infantes fue necesario para poder ir al Cielo. Enseñó que una persona podría tener una regeneración genuina, piedad genuina, y hasta fe genuina, pero sin ser miembro de la Iglesia Católica, esto no le serviría de nada, y que iría al Infierno. Agustín también es responsable por la enseñanza de la perfección sin pecado de María. Es comprobable que muchos de los errores doctrinales actuales de la Iglesia Católica tienen su origen en los escritos de Agustín.

Nadie pretendería que Juan Calvino haya sido bautista. Fue un reformador. No mostró verdadero cristianismo ni en su actitud ni en su comportamiento. Fue un tirano que perseguía y encarcelaba a los que no estaban de acuerdo con él.

Hoy en día algunos enseñan que un cristiano tiene que ser o calvinista o arminiano. Esto no es cierto. Un cristiano puede y debe simplemente creer la Biblia. No pretendemos comenzar a entender la mente de Dios tocante a la relación entre su soberanía y la voluntad libre del hombre. Sin embargo, sí entendemos la enseñanza clara de la Palabra de Dios, que Dios le dio al hombre una voluntad libre para escoger entre el bien y el mal, y una voluntad libre para aceptar o rechazar a Cristo como su Salvador. La doctrina de la predestinación absoluta como la presentan los “calvinistas” se reparte entre cinco puntos. (En inglés, los puntos comienzan con las letras T.U.L.I.P., formando un acrónimo que significa “tulipán”.)

LA DEPRAVACIÓN TOTAL. (Un término usado por Juan Calvino). La interpretación bíblica de la Depravación Total es que todo individuo humano es pecador por naturaleza, por elección y por práctica. Todos tienen una naturaleza pecaminosa. La Depravación Total no significa que todo individuo es tan malo como es posible que sea. No significa que todos los hombres son tan malos en sus acciones terrenales, en lo que es humanamente posible ser, como lo serían, creyéramos como Juan Calvino quisiera. Si el hombre no tiene la voluntad libre para escoger entre el bien y el mal, ¿cómo se explica la enorme diferencia entre el criminal habitual que asesina sin conciencia ni remordimiento, y el hombre moralmente bueno pero inconverso, líder en asuntos civiles y sociales en su comunidad? Hay cosas buenas y encomendables en las vidas de muchas personas que no pretenden ser cristianas (no son buenas a los ojos de Dios, pero en un sentido terrenal, sin son buenas obras).

La Depravación Total significa que cada aspecto de la naturaleza de la persona ha sido afectada, tocada, manchada, contaminada, pervertida o influenciada por el pecado. Todos los hombres son capaces de ser totalmente “buenos” (estamos hablando en comparación con los demás hombres, no de su condición espiritual), sin embargo, por su voluntad libre escogen no serlo. Esta es la interpretación bíblica de la Depravación Total, una posición gustosamente tenida por los bautistas fundamentales.

Juan Calvino tomando la doctrina bíblica de la Depravación Total añadió a la Palabra de Dios y la amplió a una posición extrema y antibíblica. Juan Calvino llamó su doctrina “Depravación Total”, sin embargo, lo que Juan Calvino enseñó debe ser llamado “herejía”. Bajo el término “Depravación Total” Calvino creyó, enseñó y promovió la “Incapacidad Total”. Enseñó que el hombre NO tiene voluntad libre en el asunto de la salvación, sino que su salvación o perdición fue predeterminada solo por Dios, y que el hombre obra mecánicamente como un robot. En respuesta a preguntas acerca de esto, Juan Calvino escribió:

“¿Quién, entonces, podrá ser salvo? Eso es lo que decide solamente la voluntad soberana de Dios, y nada más. Es asunto puramente de la voluntad soberana y divina que, sin duda, por buenas razones que solo Dios mismo conoce, y que ninguna de éstas está relacionada a ninguna cosa que distingue a un hombre de otro, Dios escoge a algunos y rechaza a los demás. La elección de Dios no tiene que ver con la presciencia excepto en cuanto a que El sabe previamente quiénes serán los miembros de la raza humana.” (Los Institutos de Calvino, III, xxiii, página 10).

Entre Génesis 2:16 y Apocalipsis 22:17, Dios le dio al hombre la libertad para escoger. En relación con Génesis 2:16-17, Juan Calvino habla engañosamente. Los versículos dicen: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Note que Dios mandó a Adán que NO comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal. Juan Calvino quisiera que creyéramos que Dios en efecto mandó que Adán no hiciera tal cosa, pero que Dios ya había determinado que Adán violara el mandato de Dios. Eso convertiría a Dios en el autor de la desobediencia voluntaria. Juan Calvino escribió:

La única ocasión en que se podría suponer que haya existido la voluntad libre fue en Adán antes de la caída. Adán pudo haber resistido, si quisiera, siendo que cayó solo por su propia voluntad. En esto la integridad del hombre fue dotada de una voluntad libre por la cual, si hubiera escogido, habría obtenido la vida eterna. Sin embargo, no existe la realidad en la voluntad libre así atribuida al hombre, en vista de que Dios había decretado la caída, y por lo tanto esto debe haber de alguna manera predispuesto la voluntad de Adán. Su voluntad no fue dejada en un equilibrio neutral, ni tampoco su voluntad jamás fue en suspenso ni incertidumbre. Fue inevitablemente seguro que tarde o temprano, Adán caería en la maldad, y con esa caída inevitable, se desapareció todo rasgo de la libre voluntad que el hombre habrá tenido. A partir de ese tiempo, la voluntad se corrompió junto con toda la naturaleza del hombre. El hombre ya no poseía la capacidad de escoger entre el bien y el mal.” (Los Institutos de Calvino, II, Página 8).

La creencia que el hombre no tiene la capacidad de escoger entre el bien y el mal, pone la responsabilidad y el origen del pecado del hombre sobre Dios. Calvino quisiera que creyéramos que somos “robots”, y que nuestras acciones son decretadas por la voluntad soberana de Dios. La creencia que el hombre no tiene capacidad de escoger entre el bien y el mal, y que como consecuencia, hace el mal, pone la responsabilidad del pecado del hombre sobre Dios mismo. Esa es una posición bíblicamente intolerable.

En la declaración misma de Calvino arriba citada, una vez más Calvino habla con engaño. Dice que Adán pudo resistir; que Adán cayó por su propia libre voluntad; que la caída fue decretada por Dios. Juan Calvino, ¿cuál es tu posición, al fin? Las tres declaraciones no pueden ser verdad.

La Biblia enseña claramente que Dios alumbra a los pecadores (Juan 1:9; 12:32, y 16:8). La Biblia enseña también que el hombre tiene una voluntad libre, y que el hombre ejerce libremente esa voluntad. Esto se analizará también bajo el punto llamado “Gracia Irresistible”. Por ahora, notemos simplemente que a través de la Biblia Dios establece la voluntad libre del hombre para escoger para sí mismo (Juan 1:12, 3:16, 5:24, Hechos 2:21, 16:30-31. Esta es una lista corta de muchos versículos que establecen la voluntad libre del hombre para escoger.

Los bautistas fundamentales rechazamos la enseñanza de Juan Calvino tocante a lo que él llama La Depravación Total, que en verdad es la Inhabilidad Total. Creemos y enseñamos que el hombre está totalmente depravado, pero que Dios, en su voluntad soberana, dotó al hombre de la capacidad de escoger entre el bien y el mal, entre Cristo y el Diablo, entre el Cielo y el Infierno.

La Elección Incondicional. Calvino enseñó que Dios eligió, escogió o predeterminó que ciertas personas serían salvas e irían al Cielo. Muchos calvinistas contemporáneos declaran que no creen en la “doble predestinación” - que significa que ellos no creen que Dios eligió o predestinó a la gente para ir al Infierno - solo a los que van a ir al Cielo. Si uno cree que Dios de hecho predeterminó que ciertas personas fueran al Cielo, eso requiere que uno crea también que todos los demás fueron predeterminados para ir al Infierno. Tocante a este asunto, Juan Calvino escribió:

“El reprobado, así como el elegido, es señalado por Dios como tales por el consejo secreto de Dios, y no por ninguna otra cosa” (Calvin’s Institutes II, xxii, Página 11)

En una carta a Christopher Liertet, Calvino escribió: “Tú eres muy engañado si crees que los decretos de Dios pueden ser mutilados, en cuanto El haya escogido a alguno para la salvación pero a ninguno a la destrucción. Tiene que haber una relación entre los elegidos y los reprobados.” (The Teaching of Calvin, Chapter Vl, Página 109).

En otra ocasión, Calvino escribió:

Su suerte fue la elección directa e inmediata de Dios, justificada por sus vidas, pero no necesariamente como consecuencia de ellas. Pudo salvarles de su condenación así como lo hizo con los elegidos quienes no fueron más dignos de ser salvos, pero esa condenación fue establecida en la eternidad pasada, y nada de lo que había en ellos pudo transferirlos a la clase contraria, así como nada de lo que pueden ser los elegidos puede convertirlos en reprobados”. (Calvin’s Institutes III, iii, página 4).

Esto es totalmente contrario a la Palabra de Dios. 1Timoteo 2:3-4, 2Pedro 3: 9, Hechos 17:30, Juan 3:16-17, Ezequiel 33:11). Dios siempre ha dicho “Si alguno quiere…” (Marcos 8:34). “Todo aquel que cree…” (Romanos 1:16) ¿Qué significan estas palabras? Si interpretamos la Palabra de Dios consistente y literalmente, tenemos que concluir que Dios le dio al hombre a escoger. Enseñar la “doctrina” de la Elección Incondicional es añadir a las Escrituras lo que Dios no enseña ni tampoco tenía la intención de que el hombre enseñara.

Lo que Juan Calvino enseñó, no fue “Elección Incondicional”, sino “selección”. Si fuera un hecho que Dios hubiera seleccionado a algunos, distinguiendo moralmente a un hombre de otro, entonces Dios hace acepción de personas. Pero la Biblia dice en Romanos 2:11 y Hechos 10:34 que no hay acepción de personas con Dios.

Los bautistas fundamentales no aceptamos la enseñanza de Juan Calvino de la Elección Incondicional y la Condenación Incondicional de Dios, sino que creemos y enseñamos que todo aquel que quiere puede venir a Cristo por el ejercicio de su propia libre voluntad. Es nuestra responsabilidad darle a la gente el mensaje del evangelio, dándoles así la oportunidad de escoger a Cristo y ser salvos, o rechazar a Cristo y perderse.

Expiación Limitada. Calvino enseñó que la sangre de Cristo se derramó solo para los elegidos. Enseñó que no fue para los no elegidos. El calvinista de hoy, para disfrazar su creencia, ha cambiado el tercer punto del calvinismo a Expiación Particular. Es otro nombre, pero la misma herejía. No importa cómo se llame, la enseñanza sigue siendo falsa doctrina. La Biblia es muy clara en este punto, como lo es en cualquier doctrina. Hebreos 2:9 declara que Cristo gustó la muerte por todos.

2Pedro 2:1 dice: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.”

1Juan 2:2 dice: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

Este versículo no dice ni implica que Cristo haya gustado la muerte solo por los “elegidos”, ni que haya sido la propiciación solo por los “elegidos”. Tal enseñanza es herejía. Es una doctrina condenable y condenadora, enseñar que la sangre de Cristo no haya sido derramada para toda la humanidad desde el comienzo de la creación. Algunos nos dirían que aceptan los otro cuatro puntos de la enseñanza de Calvino, pero que no aceptan la Expiación Limitada. Si uno acepta la enseñanza calvinista tocante a la Inhabilidad Total, y la Elección Incondicional, no tiene más alternativa que aceptar la enseñanza de la Expiación Limitada. Es imposible aceptar una sin aceptar la otra.

No es posible pretender que la sangre de Cristo fuese derramada por todos los hombres a la luz de la declaración de Calvino: “Los reprobados, así como los elegidos, son escogidos para ser tales por el concilio secreto de la voluntad de Dios.” (Calvin´s Institutes III, xxii, Página 11) y “… su condenación fue determinada desde la eternidad pasada, y nada podría transferirlos a la clase opuesta.” (Calvin’s Institutes III, iii, Página 4).

Los bautistas fundamentales no aceptamos la enseñanza de Juan Calvino tocante a la Expiación Limitada. Creemos y enseñamos que la sangre de Cristo fue derramada para todos los hombres, y que es efectiva para la purificación de los pecados de todo aquel que se acerca a Cristo.

Gracia Irresistible. En seguida de la Elección Incondicional, Juan Calvino enseñó que si una persona fuera uno de los que elegidos para la salvación, ocurriría que en el momento en que Dios está (o estaba) listo para que esa persona se convirtiera en cristiano, la persona vendría a Cristo (no por su propia voluntad, sino como un robot que no puede resistir la gracia de Dios). De nuevo, como en el caso de la Expiación Limitada, encontramos que el calvinista contemporáneo intenta disfrazar o esconder su doctrina. Podrán cambiar el nombre de la enseñanza de la Gracia Irresistible a otro nombre, pero sigue siendo la misma herejía.

Dios es Dios soberano. Creemos, aceptamos, nos regocijamos y nos gloriamos en esa verdad. Sin embargo, Dios, siendo soberano, escogió darle al hombre una voluntad libre y la capacidad de escoger o rechazar el evangelio. Dios no creó un robot que vendría a Cristo mecánicamente. Efesios 1:12 dice: “a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.

¿Qué gloria o qué alabanza habría en el hecho de que aceptáramos a Cristo si no tuviéramos alternativa en el asunto? ¿Qué significaría si no pudiéramos resistir su gracia? Nada. Juan Calvino se refería con frecuencia a Juan 6:44-45 como prueba de su posición: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.” (El énfasis es mío.)

Estos mismos versículos REFUTAN la enseñanza de Juan Calvino acerca de la “Gracia Irresistible”. La palabra “trajere” no significa “forzar”. De acuerdo a otros textos en la Palabra de Dios, no PUEDE significar un “atracción irresistible”. La misma palabra “helkuo”, que se traduce “trajere” en el vs. 4, se encuentra en Juan 12:32 que dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.” Si la palabra “trajere” en Juan 6:44 enseña Gracia Irresistible, entonces la Biblia enseñaría en Juan 12:32 que todos los hombres son irresistiblemente atraídos a Cristo. Todos (hasta los calvinistas) reconocemos que esto no está sucediendo. La palabra “trajere” en Juan 6:44 significa lo mismo que “atraeré” en Juan 12:32. Esto está en armonía con toda la palabra de Dios.

Dios alumbra a todos los hombres (Juan 1:9).

Dios convence a todos los hombres (Juan 16:8).

Dios atrae a todos los hombres (Juan 12:32).

Dios deja la decisión a cada hombre (Juan 3:16).

La Gracia Irresistible en sí se forma de términos mutuamente contradictorias. Si es irresistible, no es gracia. Si es gracia, no es irresistible. Una gracia irresistible destruiría la cualidad personal de la relación entre Dios y el hombre que es establecida por la gracia e involucra la respuesta libre de la voluntad del hombre al amor y la gracia de Dios.

Vemos la gracia de Dios rechazada por el hombre en Proverbios 1:24-35: “Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, 25 Sino que desechasteis todo consejo mío Y mi reprensión no quisisteis,

Mateo 23:37: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!

Juan 5:40: “y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

En Hechos 7:51 Esteban dice: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.

(Vea también Mateo 22:3 e Isaías 65:12)

Los bautistas fundamentales creemos que Dios alumbra a todo hombre que viene al mundo. Creemos y enseñamos que la gracia de Dios puede ser rehusada o aceptada. No aceptamos la enseñanza de Juan Calvino de que la gracia de Dios es irresistible. No hay un solo pasaje en la Escritura que enseñe que la gracia es impartida irresistiblemente.

5. La Perseverancia de los Santos. Muchos confunden esta enseñanza con la doctrina de la seguridad eterna del creyente, o como la describimos los bautistas: una vez salvo, salvo para siempre. La enseñanza de Calvino acerca de este punto fue totalmente diferente a la doctrina bíblica de la seguridad de la salvación del creyente. Calvino enseñaba que una persona que es de los “elegidos” perseverará. Su enseñanza no tenía nada que ver con el poder guardador de Dios. Si el individuo es elegido, sería imposible perderse, no por la gracia salvadora y guardadora de Dios, sino por el simple hecho de ser uno de los elegidos. Enseñaba que si uno no “perseveraba” hasta el fin, después de todo, no era de los “elegidos”, sino que había sido solo un impostor - un falso profesante. Su énfasis estaba de acuerdo con el título de la doctrina: fue la perseverancia de los mismos santos, y no que los santos hayan sido sellados por el Espíritu Santo, y guardados por el poder de Dios. La enseñanza de Juan Calvino es totalmente diferente a la doctrina bíblica acerca de la seguridad eterna del creyente, y ajena a la Biblia. Los versículos que enseñan que el creyente es guardado por el poder de Dios incluyen, pero no están limitados, a Juan 10:28,29; Romanos 8:35-39; Efesios 4:30; y 1Pedro 1:4,5.

Conclusión. Quisiéramos hacer varias observaciones en referencia al asunto de la soberanía de Dios, la voluntad libre del hombre, y la enseñanza extraña de Juan Calvino.

1. La Soberanía de Dios: Nosotros creemos en la soberanía de Dios, pero creemos que en el asunto de la salvación, Dios deja la decisión final con el hombre. Dios ha diseñado un plan de salvación en que le ha dado al hombre la voluntad libre para aceptar o rechazar ese plan. Creemos sin duda que Dios sabía, desde antes de la fundación del mundo, quién aceptaría a Cristo, y quién escogería rechazar a Cristo. IPedro 1:2 dice: “elegidos según la presciencia de Dios Padre…” NO creemos que Dios decidió, determinó, eligió, o seleccionó a quién recibiría y quién no recibiría a Cristo.

2. Los términos que confunden: En referencia a los términos calvinistas modernos, hay mucha confusión y mala interpretación. Son llamados “calvinistas”, “hypercalvinistas”, “calvinistas de cinco puntos”… de cuatro, tres y dos puntos.” Los cinco puntos del calvinismo que mencionamos aquí son como las fichas del dominó que permanecen o caen todos juntas. No es posible derribar uno de ellos y sostener los otros cuatro.

3. La Voluntad Libre del Hombre: Alguien tuvo que decidir en cuanto a la salvación. En la enseñanza de Calvino, ese “alguien” fue Dios. Para aceptar esta doctrina, uno tiene que aceptar que Dios, en la eternidad pasada, seleccionó a los que serían y a los que no serían salvos, y que la decisión de Dios no fue relativo a ninguna cosa que podría distinguirlo a uno moralmente de otro.

Los bautistas fundamentales rechazamos los cinco puntos de la enseñanza llamada “calvinismo”, que se originó en el Infierno, fue presentada en las enseñanzas de Agustín, un “santo” católico del siglo IV, y se ha hecho famosa y ha causado mucha confusión por Juan Calvino de la Iglesia Reformada del siglo XVI. Juan Calvino escribió comentarios sobre la mayoría de los libros de la Biblia, que recibieron la recomendación de Karl Barth, el famoso pero errado teólogo, quien los llamó “mejores que la mayoría”.

Hay una forma muy sencilla de detectar a un hereje, o los que enseñan la falsa doctrina. Hágale la pregunta: “¿Qué tiene que hacer una persona para ser salva?” Si se le hace la pregunta a una persona que cree y enseña la doctrina de Juan Calvino, y contesta: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…”, entonces su respuesta implica la voluntad libre del hombre, y su respuesta contradice su doctrina. Lo que el “calvinista” DEBE contestar, para estar en armonía con su doctrina, es “Para que una persona sea salva, tiene que ser uno de los ‘elegidos’, y entonces podrás creer en el Señor Jesucristo y ser salvo. Si uno NO es uno de los ‘elegidos’, entonces no hay nada que uno puede hacer para ser salvo.” También podría contestar: “Tiene que esperar hasta que haya una ‘atracción’ que uno no puede resistir, entonces puede ser salvo automáticamente si es uno de los ‘elegidos’.”

RESUMEN: En realidad, la doctrina calvinista está diametralmente opuesta al verdadero y sencillo mensaje del Evangelio de Cristo, y es un ataque abierto contra él. Es herejía enseñar que Dios, en la eternidad pasada, sin respetar la decisión que Él por su presciencia sabía que haríamos, escogiera a algunas personas para ir al Cielo y predestinara a otros para ir al Infierno. En IJuan 2:2, la Biblia dice: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

La Soberanía de Dios y la Voluntad Libre y la Responsabilidad del Hombre. Se nos ha dicho muchas veces que hay dos grandes doctrinas de la Palabra de Dios: La Soberanía de Dios, y la Voluntad Libre del hombre. Se nos ha dicho que tenemos obligatoriamente que aceptar ambas doctrinas, aunque en nuestras mentes finitas no las podemos reconciliar.

Si con decir que Dios es soberano, uno quiere dar a entender que Dios es 100% dominante en 100% de los asuntos del hombre, comenzando con su salvación, entonces tenemos que rechazar la “soberanía” de Dios.

Aceptamos el hecho de que Dios PODRÍA, si así lo decidiera, ejercer su soberanía o dominio en cada detalle minucioso de la vida del hombre. Que Dios PODRÍA hacer esto no es debatible. Él es Dios. Sin embargo, nosotros creemos que Dios, en su soberanía, a propósito se limitó a Sí mismo, en que le dio al hombre una voluntad libre. Esto de ninguna manera desacredita ni deshonra la soberanía de Dios.

Creemos que Dios conoce (y que conoció desde antes de la fundación del mundo) cada decisión que haría el hombre, y cada detalle de la vida del hombre (IPedro 1:2). No aceptamos la enseñanza de que Dios decretó todas esas decisiones, esos detalles y esas acciones. Si la soberanía de Dios se extiende más allá de la voluntad libre del hombre, o si se dice que la voluntad libre del hombre siempre actúa en completa armonía con los decretos soberanos de Dios, entonces los así llamados “decretos soberanos de Dios” están en continuo conflicto con la Palabra, la naturaleza, el carácter y la santidad de Dios.

Esta posición presentaría miles de problemas teológicos que son inaceptables a la luz de la revelación divina. Que el hombre lleve a cabo decretos preordenados crearía una existencia mecánica que no dejaría lugar para la responsabilidad humana, y cualquier intento de Dios de juzgar al hombre por su pecado sería injusto. Y sobre todas las cosas, Dios es justo. La posible lista de las inconsistencias en esta enseñanza podría ser interminable. Pero esto ilustra claramente el punto. El hombre tiene una voluntad libre y actúa independientemente NO del conocimiento de Dios, sino de su soberanía, porque Dios decretó que el hombre tendría ese privilegio, y lo dotó con esa capacidad. El hombre es responsable por sus decisiones y sus acciones.

Hasta aquí el estudio del Dr. Tomy Ashcraft,

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Para cerrar el tema sobre la predestinación, me permitiré agregar un comentario que reforzará todo lo dicho hasta aquí y que, según mi punto de vista, es un concepto que debería tenerse  como primordial cuando se debate cualquier interpretación de la Biblia. Este concepto es EL CARÁCTER DE DIOS.

El carácter de Dios está definido por sus atributos, es decir. Dios es:
ETERNO - TODOPODEROSO- JUSTO- SOBERANO- RECTO- SANTO- OMNISCIENTE- OMNIPRESENTE- INMUTABLE- VERAZ- FIEL-  AMOR= MISERICORDIOSO, BONDADOSO, además es PERFECTO esto, entre otras cosas quiere decir que ninguno de los atributos mencionados puede ir en menoscabo de algún otro. Por ejemplo: su MISERICORDIA  no puede ir en contra de su JUSTICIA, ni su SOBERANÍA en contra de su JUSTICIA o RECTITUD o MISERICORDIA.
Es muy importante analizar el significado de c/u de estos atributos y aplicarlos para probar la consistencia de los argumentos del calvinismo. Por ejemplo: Si Dios ejerce su SOBERANÍA, eligiendo arbitrariamente, desde antes del nacimiento, a las personas que se salvarán y a las que se condenarán, estaría poniendo su SOBERANÍA en contra de su JUSTICIA, de su MISERICORDIA , de su BONDAD, es decir, en contra de su AMOR.  Si eso ocurriera, Dios dejaría de ser PERFECTO, lo cual es un absurdo.

Pongamos otro ejemplo de cómo los atributos de Dios se manifiestan en perfecto equilibrio sin menoscabo alguno de unos sobre otros. Para este ejemplo utilizaré un párrafo del libro de Hal Lindsey “La liberación del planeta Tierra” que ya he publicado anteriormente en el mes de Mayo del 2010. El párrafo dice:

“Cuando se quebranta cualquier ley, el que la quebranta incurre en una” deuda con la ley”, y la Justicia demanda que haya una retribución de alguna clase. Fue así como, cuando el hombre quebrantó la ley de Dios, la Justicia de Dios (que es uno de los rasgos de su carácter), tuvo que demandar del hombre el pago completo por la pena de muerte que lo amenazaba. Este pago era el equivalente a despojar al hombre del libre acceso a la íntima presencia de su amante Creador. Ahora bien, éste fue el dilema (si así se pudiera llamar) que le planteó el hombre a Dios: mientras LA JUSTICIA de Dios ardía en ira contra el hombre por haber ultrajado éste la SANTIDAD divina, el AMOR de Dios igualmente anhelaba encontrar el modo de perdonarlo justamente, y volver a ponerlo en comunión con Él mismo. ¿Pero cómo podría Dios expresar su AMOR, su JUSTICIA y su RECTITUD al hombre, todo al mismo tiempo, y todavía requerir que se pagara la “deuda de pecado” que justamente merecía pagar el pecador?”

“Nunca se enfrentó Dios a un desafío más grande que este de resolver cómo podía seguir siendo JUSTO y, sin embargo, declarar a los pecadores perdonados. ¿Cómo podría Dios satisfacer los requisitos de su absoluta RECTITUD, la cual no podía permitir que nadie que fuera menos recto entrara en su presencia?

Tanto LA JUSTICIA como el AMOR, tenían que conciliarse, pero ¿cómo podía hacerse esto cuando la demanda justificable contra el hombre rebelde era la de proscribirlo para siempre de la presencia del Santo Dios? ¿Puede un juez, cuyo hijo haya quebrantado la ley, poner a un lado la ley para poner en libertad a su hijo?”

Hasta aquí, el ejemplo, le invito al lector volver a repasar los capítulos IV – V y VI publicados en El Contendor, en el mes de Mayo de 2010; allí encontrarán las respuestas a estas preguntas.
Conclusión: Querido lector, si a usted le han predicado la doctrina calvinista de la predestinación, y esto lo ha dejado desorientado y lleno de dudas sobre su futuro eterno, espero que luego de haber leído lo que aquí se ha expuesto, la incertidumbre y las dudas hayan desaparecido, porque tenga por seguro que: si usted se ha humillado delante del Señor Jesucristo, y ha reconocido y se ha arrepentido de sus pecados y ha confiado que  en el sacrificio de la cruz, Cristo ha pagado por todos los pecados de usted, por todos los pecados míos, y por todos los pecados de aquéllos que le hemos reconocido como nuestro Salvador y a Él le hemos entregado el señorío de nuestras vidas, entonces se nos dice en “Romanos 10:9  que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,  y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,  serás salvo.”
Esto es experimentar el nuevo nacimiento: si somos salvos somos hechos hijos de Dios:  Rom 8:38  Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte,  ni la vida,  ni ángeles,  ni principados,  ni potestades,  ni lo presente,  ni lo por venir,
Rom 8:39  ni lo alto,  ni lo profundo,  ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,  que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Ni los calvinistas ni los arminianos  podrán arrebatarnos el gozo de la seguridad de nuestra salvación.
Rom 8:12  Así que,  hermanos,  deudores somos,  no a la carne,  para que vivamos conforme a la carne;
Rom 8:13  porque si vivís conforme a la carne,  moriréis;  más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,  viviréis.
Rom 8:14  Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  éstos son hijos de Dios.
Rom 8:15  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,  sino que habéis recibido el espíritu de adopción,  por el cual clamamos:  ¡Abba,  Padre!
Rom 8:16  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,  de que somos hijos de Dios.
Rom 8:17  Y si hijos,  también herederos;  herederos de Dios y coherederos con Cristo,  si es que padecemos juntamente con él,  para que juntamente con él seamos glorificados.

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