Por El Contendor
La iglesia romana, se apresta para celebrar en esta época
del año el llamado “domingo de ramos”. Seguramente luego del reciente “habemus
Papam”, aprovecharán la ocasión para
festejar con todo el boato la primer misa de domingo de ramos celebrada por el
flamante papa.
Al finalizar la misa los feligreses levantarán sus
ramitos de olivo para que el papa los “bendiga” rociándolos con “agua bendita”
que derramará hacia los cuatro puntos cardinales.
Luego cada uno se irá para su casa para poner el ramito
de olivo “bendito” detrás del crucifijo que tienen en la pared sobre la
cabecera de la cama. Y esta ceremonia se repetía todos los años para esa misma
celebración, pues era un ritual renovar los ramitos de olivo cada año pues se debía “refrescar “ la “bendición” para que ésta no perdiera
efectividad.
Así me enseñaron mis abuelos en mis tiernos años de
católico cuando La Biblia era para mí, un libro que sólo podían leer los curas
y, a cuenta-gotas , se podía escuchar algún capítulo del evangelio que leía el
sacerdote desde un púlpito.
Y yo regresaba a mi casa tan ignorante como había llegado
a la misa.
Ahora que soy un ex católico convertido en un ferviente
creyente en Cristo mi Señor, hace varias decenas de años que dejé el misal a un
lado y con la Biblia delante de mis ojos,
con la guía del Espíritu Santo, y con las puertas de mi corazón abiertas,
recibo la bendita Palabra de Dios, el alimento para crecer en el Espíritu;
alimento que me fue negado por la iglesia Católica cuando yo era “papista”.
A Dios gracias hace ya tiempo que vengo caminando de la
mano del Señor y quisiera compartir el gozo de mi salvación con tantos católicos
que son llevados como ovejas ciegas por un “pastor” que viste vestiduras
ornadas con hilos dorados y se sienta en un trono para ser reverenciado.
Si ellos quisieran seguir al Cristo Verdadero (no a una
imagen que sacan de paseo), deberían
salir de la iglesia romana (como yo lo hice), antes de que sea demasiado tarde.
Sólo así podrán comprender el significado del “domingo de
ramos” o mejor dicho, para nosotros los evangélicos, la entrada triunfal del Señor a Jerusalén.
Para los católicos que quizás puedan leer esta página y
para todo el que tenga interés, les transcribo esta excelente interpretación de
aquél acontecimiento con el comentario de WILLIAM BARCLAY del texto del
evangelio de Mateo.
Cuando
se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús
envió dos discípulos,
Mat
21:2 diciéndoles: Id a la aldea que está
enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella;
desatadla, y traédmelos.
Mat
21:3 Y si alguien os dijere algo, decid:
El Señor los necesita; y luego los enviará.
Mat
21:4 Todo esto aconteció para que se
cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Mat
21:5 Decid a la hija de Sion:
He aquí, tu Rey viene a ti,
Manso, y sentado sobre una asna,
Sobre un pollino, hijo de animal de carga
Mat
21:6 Y los discípulos fueron, e hicieron
como Jesús les mandó;
Mat
21:7 y trajeron el asna y el pollino, y
pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.
Mat
21:8 Y la multitud, que era muy numerosa, tendía
sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían
en el camino.
Mat
21:9 Y la gente que iba delante y la que
iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna(B) al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!(C) ¡Hosanna en las
alturas!
Mat
21:10 Cuando entró él en Jerusalén, toda
la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?
Mat
21:11 Y la gente decía: Este es Jesús el
profeta, de Nazaret de Galilea.
Purificación del templo
(Mr. 11.15-19; Lc. 19.45-48; Jn. 2.13-22)
Mat
21:12 Y entró Jesús en el templo de
Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó
las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
Mat
21:13 y les dijo: Escrito está: Mi casa,
casa de oración será llamada;(D) mas vosotros la habéis hecho cueva
de ladrones.(E)
Mat
21:14 Y vinieron a él en el templo
ciegos y cojos, y los sanó.
Mat
21:15 Pero los principales sacerdotes y
los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en
el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron,
Mat
21:16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos
dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis:
De la
boca de los niños y de los que maman
Perfeccionaste la alabanza?(F)
Mat
21:17 Y dejándolos, salió fuera de la
ciudad, a Betania, y posó allí.
COMENTARIO DE W.BARCLAY:
Observemos a Jesús en el centro de la escena. Nos muestra tres cosas acerca de Él.
(i) Nos muestra Su coraje. Jesús sabía perfectamente bien que estaba entrando en una ciudad
hostil. Por muy entusiasmada que se mostrara la multitud, las autoridades Le
odiaban y habían jurado eliminarle; y eran ellas las que tenían la última
palabra. En tales circunstancias, cualquiera habría considerado que el valor
era compatible con la prudencia; y, si Jesús tenía que ir a Jerusalén, bien
hubiera podido entrar a cubierto de la noche, y dirigirse a Su refugio por las
calles traseras. Pero Jesús entró en Jerusalén de una manera que Le colocaba en
el centro del escenario, y atraía todas las miradas. En Sus últimos días hubo
en todas Sus acciones un desafío magnífico y sublime; y aquí empieza el último
acto al arrojar el guante y desafiar a las autoridades para que llegaran con Él
a lo peor de sus planes.
(ii) Nos muestra Sus credenciales. Jesús se presentó con toda claridad como el
Mesías de Dios, como el Ungido de Dios. También probablemente mostró Sus credenciales como el Purificador del
templo. Si Jesús Se hubiera conformado con proclamarse profeta, lo más
seguro es que no Le habrían quitado la vida. Pero Él no podía darse por
satisfecho con nada menos que el lugar que Le correspondía. Con Jesús es todo o
nada. Hemos de reconocerle como Rey, o no recibirle de ninguna manera.
(iii) Igualmente nos muestra Su invitación. No era sentarse en un trono lo que pretendía,
sino ser Rey de los corazones. Vino humildemente y cabalgando sobre un asnillo.
Debemos tener cuidado de entender el verdadero sentido de ese gesto. En
Occidente, el burro es una acémila despreciable; pero en Oriente el asno se
consideraba un animal noble. Era corriente que un rey entrara en una ciudad
cabalgando sobre un asno; pero en ese caso era señal de que venía en son de
paz. El caballo era la montura para la guerra; el asno era la montura para la paz. Así que cuando Jesús Se
presentó como Rey, Se presentó como Rey de Paz. Mostró que había venido, no
para destruir, sino para amar; no para condenar, sino para salvar; no por la
fuerza de las armas, sino por la del amor.
Así pues, a la misma vez, vemos el coraje de Cristo, las credenciales de
Cristo, la invitación de Cristo. Era Su última invitación a que Le abrieran, no
las puertas de sus palacios, sino las de sus corazones.
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