EL CONTENDOR POR LA FE

Dedicatoria:



A la Revista Evangélica homónima que se publicó entre los años 1924 al1993. A sus Directores y Redactores a quienes no conocí personalmente, pero de quienes tomé las banderas, para tratar de seguir con humildad el camino de servir a Dios trazado en la revista durante casi 70 años.



jueves, 14 de noviembre de 2013

“ PORQUE POR ESTO TAMBIÉN HA SIDO PREDICADO EL EVANGELIO A LOS MUERTOS”


Por El Contendor

Mi publicación del 07-04-12, cuyo título es “¿DESCENDIÓ JESUS A LOS INFIERNOS?” tiene una estrecha relación con el tema que desarrollamos a continuación: luego de su resurrección, ¿Jesús predicó el Evangelio a los muertos?

1Pe 3:18  Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

1Pe 3:19  en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

1Pe 3:20  los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.

William Barclay comenta estos versículos   1Pedro 3:18-19-20

 

 Cuando pasemos estos dos versículos y nos adentremos en el pasaje, podremos añadir dos grandes verdades más a lo que Pedro nos dice acerca de la obra de Cristo. En 3:19 dice que Jesús predicó a los espíritus en prisión; y en 4:6 dice que el Evangelio fue predicado a los que ya estaban muertos. Como pasaremos a ver, lo más probable es que esto quiera decir que entre Su muerte y Su Resurrección Jesús predicó el Evangelio en la morada de los muertos; es decir, a los que no habían tenido oportunidad de oírlo en vida.

Aquí hay un pensamiento tremendo. Quiere decir que la obra de Cristo es infinita en su aplicación. Quiere decir que ninguna persona que haya vivido nunca está fuera de la Gracia de Dios.

Pedro ve la obra de Cristo en términos de un triunfo completo. Dice que después de Su Resurrección Jesús entró en el cielo y está a la diestra de Dios, y que los ángeles, las autoridades y los poderes se Le han sometido (3:22).

Lo que quiere decir que no hay nada ni en la Tierra ni en el Cielo fuera del imperio de Cristo.

Para todas las personas trajo una nueva relación con Dios; en Su muerte aun llevó la Buena Noticia a los muertos; en Su Resurrección conquistó la muerte; hasta los poderes angélicos y demoníacos Le están sujetos; y comparte el mismo poder y trono de Dios. Cristo, el Que sufrió, ha llegado a ser Cristo, el Que venció; Cristo el Crucificado ha llegado a ser Cristo el Coronado.

Ya hemos dicho que nos encontramos de cara aquí con uno de los pasajes más difíciles, no sólo de la Primera de Pedro, sino de todo el Nuevo Testamento; y si hemos de captar su significado, debemos seguir el consejo del mismo Pedro y ceñirnos bien los lomos del entendimiento para estudiarlo.

 

Este pasaje está alojado en el Credo católico en la frase «descendió a los infiernos.» En primer lugar debemos advertir que esta frase es muy confusa. La idea del Nuevo Testamento no es que Jesús descendió al infierno, sino que descendió al hades. Act_2:27 , como todas las traducciones modernas muestran correctamente, debe traducirse, no: "No dejarás mi alma en el infierno,» como decía la antigua versión Reina-Valera, sino: "No dejarás mi alma en el Hades,» como corrigió la revisión de 1960. La diferencia es ésta: el infierno es el lugar de castigo de los malvados; el hades era el lugar donde estaban todos los muertos.

Los judíos tenían una concepción muy sombría de la vida más allá de la tumba. No pensaban en términos de Cielo e infierno, sino del mundo de las sombras en el que los espíritus de los seres humanos que ya habían muerto se movían como fantasmas grises en una penumbra perdurable y donde no había ni fuerza ni alegría. Tal era el hades al que los espíritus de todas las personas iban después de la muerte. Isaías escribe: «Porque el Seol no Te exaltará, ni Te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperaran Tu verdad» (Isa_38:18 ). El salmista escribió: «Porque en la muerte no hay memoria de Ti; en el  Seol, ¿quién Te alabará? (Psa_6:5 ).

Conforme fue pasando el tiempo surgió la idea de etapas y divisiones en esa tierra de las sombras. Para algunos, duraría para. siempre; para otros, era una especie de prisión en la que se estaría hasta que el juicio final de la ira de Dios los desintegrara (Isa_24:21 s; 2Pe_2:4 ; Apocalipsis 20:1-7). Así que debe recordarse en primer lugar que todo este tema se refiere, no al infierno, tal como entendemos esta palabra, sino que Cristo fue a los muertos que estaban en su mundo tenebroso.

Esta doctrina del descenso a los infiernos, como la llamaremos desde ahora, se base en dos frases del presente pasaje. Dice que Jesús fue y predicó a los espíritus que estaban en prisión (3:19); y habla de que el Evangelio les fue predicado a los muertos (4:6). En relación con esta doctrina siempre ha habido actitudes divergentes entre los pensadores.

Algunos grandes intérpretes del Nuevo Testamento, creen de veras que Pedro está diciendo que Jesús fue al hades y predicó; pero no a todos los habitantes del hades ni mucho menos. Los diferentes intérpretes limitan aquella predicación de diferentes maneras.

(a) Se mantiene que Jesús predicó en el hades solamente a los espíritus de las personas que fueron desobedientes en los días de Noé. Los que mantienen este punto de vista llegan a menudo a discutir que, puesto que esos pecadores fueron tan desobedientes que Dios acabó por mandar el diluvio y destruirlos (Gen_6:12 s), podemos creer que nadie está totalmente fuera de la misericordia de Dios. Eran los peores de todos los pecadores; y, sin embargo, se les dio una nueva oportunidad para arrepentirse; por tanto, las peores personas siguen teniendo una oportunidad en Cristo.

 

(b) Se mantiene que Jesús predicó a los ángeles caídos; pero les predicó, no la Salvación, sino la terrible condenación final. Ya hemos mencionado a esos ángeles. Su historia se nos relata en Gen_6:1-8 . Fueron tentados por la belleza de las mujeres mortales; vinieron a la Tierra, las sedujeron y les engendraron hijos; y a causa de su acción, se infiere, la maldad humana llegó al colmo, y sus pensamientos eran siempre malos. 2Pe_2:4 habla de estos ángeles pecadores que están presos en el infierno esperando el juicio. De hecho, fue a ellos a los que predicó Enoc; y algunos piensan que lo que quiere decir este pasaje no es que Cristo predicó la misericordia y una segunda oportunidad, sino que, en señal de Su triunfo definitivo, predicó la terrible condenación de aquellos ángeles que habían pecado.

 

(c) Se mantiene que Cristo predicó solamente a los que habían sido íntegros, y que los condujo del hades al Paraíso de Dios. Ya hemos visto que los judíos creían que todos los muertos iban al hades, la sombría tierra del olvido. Se mantiene que antes de Cristo era esa la situación; pero Él le abrió las puertas del Paraíso a la humanidad; y, al hacerlo, fue al hades y les dio la buena noticia a todos los justos de todas las generaciones pasadas y los sacó de allí y Se los llevó a Dios. Este es un cuadro maravilloso. Los que mantienen este punto de vista suelen pasar a decir que, gracias a Cristo, ya no hay que pasar tiempo en las sombras del hades, y está abierto el camino al Paraíso tan pronto como se sale de este mundo.

 

Si Cristo descendió al hades y predicó allí, no hay rincón del universo al que no haya llegado el Mensaje de Gracia.

En este pasaje tenemos la solución de uno de los interrogantes inquietantes que suscita la fe cristiana: ¿Qué les sucederá a los que vivieron antes de Jesucristo y a aquellos a los que nunca alcanzó el Evangelio?

No puede haber salvación sin arrepentimiento; pero, ¿cómo pueden arrepentirse los que nunca se han visto confrontados con el amor y la santidad de Dios? Si no hay otro nombre por el que la humanidad pueda salvarse, ¿qué les sucederá a los que nunca lo han oído? Esta es la verdad a la que se aferraba Justino Mártir hace mucho tiempo:

 " El Señor, el santo Dios de Israel, se acordó de Sus muertos, los que estaban durmiendo dentro de la tierra, y descendió a ellos para proclamarles la Buena Nueva de Salvación.»

 La doctrina del descenso al hades conserva la preciosa verdad de que ninguna persona que haya vivido nunca ha quedado excluida al ofrecimiento de la Salvación de Dios.

 

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1Pe 4:4  A éstos [los gentiles]  les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan;

1Pe 4:5  pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.

1Pe 4:6  Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios.

Porque para esto se les ha predicado el Evangelio hasta a los muertos: para que, aunque ya han sido juzgados en la naturaleza humana, puedan vivir en el Espíritu con la vida de Dios.

 

Este pasaje tan difícil acaba con un versículo muy difícil.

De nuevo nos encontramos la idea de que el Evangelio les fue predicado a los muertos.

Por lo menos tres significados diferentes se han adscrito a los muertos.

(i) Se ha tomado como refiriéndose a los muertos en el pecado, no los que están físicamente muertos.

 

(ii) Se ha tomado como los que mueran antes de la Segunda Venida de Cristo; pero que oyeron el Evangelio antes de morir y no se perderán la gloria.

 

(iii) Se ha tomado, sencillamente, por todos los muertos. No cabe la menor duda de que este tercer sentido es el correcto; Pedro acaba de hablar del descenso de Jesús al lugar de los muertos, y aquí vuelve a la idea de Cristo predicando a los muertos.

 

No se le ha encontrado nunca un sentido plenamente satisfactorio a este versículo; pero creemos que la mejor explicación es la siguiente.

Para las personas mortales, la muerte es el castigo del pecado, como dijo Pablo: "Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombre, por cuanto todos pecaron» (Rom_5:12 ).

La muerte es ya en sí un juicio. Así que Pedro dice que todas las personas ya han sido juzgadas al morir; a pesar de eso, Cristo descendió al mundo de los muertos y predicó allí el Evangelio, dándoles otra oportunidad para vivir en el Espíritu de Dios.

 
De alguna manera éste es uno de los versículos más maravillosos de la Biblia; porque da una visión conmovedora del Evangelio de la segunda oportunidad.

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