Por El Contendor
En la
publicación anterior procuramos hacer notoria la diferencia entre la ira de
Dios y la disciplina de Dios.
En la
presente nota complementaremos algunos conceptos sobre el tema que tiene más
interés para los hijos de Dios: la disciplina.
Cerramos el
escrito anterior diciendo: “Dejaremos de
compadecernos de nosotros mismos si recordamos que no hay disciplina de Dios que no venga del manantial de Su amor y que
no sea para nuestro bien.”
Todo hijo de
Dios que peca recibe, en algún momento, la disciplina de su Padre.
“Romanos 3:23 por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
(3:24) siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús,”
Romanos 3:24 no quiere decir que tengamos permiso para pecar, sino que
el pecado que cometemos no nos hace reos de condenación eterna pues hemos sido
justificados por gracia, porque nuestro Señor Jesús ya pagó por ese pecado
nuestro muriendo en la cruz. Pero esto no nos exime de la disciplina que
corresponde por nuestra transgresión.
Veremos cómo actúa la disciplina de Dios en nuestras vidas y cómo un
verdadero hijo de Dios debe recibirla y valorarla.
Transcribiré, en primer lugar un párrafo tomado de un video de Tim
Conway donde se aborda este tema:
Salmo 119:71 Bueno me es haber sido afligido,
Para que
aprenda tus estatutos.
David dice “Me hizo bien haber sido afligido” ¿saben por qué?: Cuando
somos afligidos aprendemos los decretos de Dios. ¿Se dieron cuenta alguna vez
que el mayor crecimiento en sus vidas no viene en los días en que el sol
brilla, los pájaros cantan, el cielo está azul, todo marcha bien y tu cuenta
bancaria está llena?¿No te has dado cuenta que no es ahí cuando creces?
Es cuando todo está difícil, cuando sufres, cuando pasas aflicciones,
cuando el fuego está caliente, Ahí es cuando crecemos.
Volviendo a Hebreos 12:11, estamos hablando sobre la naturaleza de la
disciplina. La cuestión es que la disciplina gira en torno al pecado
“Hebreos 12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente
parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de
justicia a los que en ella han sido ejercitados.”
Entonces:
¿qué es lo que hace la disciplina? David dijo: “me hizo bien haber sido
afligido, porque así llegué a conocer
tus decretos”
¿Sabes
lo que dice el autor de Hebreos?: Dice que “da fruto apacible de justicia a los
que en ella han sido ejercitados”.
¿Ejercitados
en qué?: Ejercitados en la disciplina. La disciplina nos entrena, por eso se
llama disciplina.
La
disciplina muchas veces la vemos como algo malo, pero ¡es algo bueno!
La
disciplina es buena, el entrenamiento es bueno, pero también son dolorosos No pienses que algo está disciplinando tu
vida si no es doloroso. Ese es otro aspecto de la naturaleza de la disciplina.
¡Es
dolorosa! ¡Se la llama aflicción! ¿por qué? Por que aflige.
Es
para el presente, es doloroso, pero es una expresión de la bendición de Dios, y
del amor de Dios.
Salmo 94:12 Bienaventurado el hombre a
quien tú, Jehová, corriges,
Y en tu ley lo instruyes,
Salmo 119:75 Conozco, oh Jehová, que tus
juicios son justos,
Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
Dios es fiel cuando nos aflige.
Proverbios 13:24 El que detiene el castigo, a
su hijo aborrece;
Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.
Por lo tanto:
La disciplina debe captar nuestra atención, y es evidente que la pena y el
dolor captan nuestra atención más que ninguna otra cosa.
Dios no capta nuestra atención cuando estamos
contentos. Dios no capta nuestra atención si nuestra cuenta bancaria está
llena. Dios no capta nuestra atención si nuestro automóvil está andando bien.
Todo lo que tienes que hacer es mirar tu vida: ¿Cuándo oras más? ¿En qué momento un hijo
de Dios ora como nunca antes lo ha hecho?: ¡Cuando las cosas están
difíciles!, ¡cuando todo se está viniendo abajo! ¡cuando no llega a fin de mes!
Cuando
viene tribulación hace que corras a esconderte bajo las alas de tu Padre y te
aferras más a Él, para orar con más frecuencia y sumergirte en las Escrituras
con más diligencia.
Si
disciplinas a tu hijo de manera correcta, al final te estará abrazando.
El
mundo no concibe tales cosas, piensan que dar unas palmadas (nalgadas) es algo
cruel; pero si lo haces de la manera correcta y con amor, al final tu hijo se
aferrará a ti.
Si
lo haces de manera incorrecta, se irá ofendido contigo.
Dios
sabe cómo hacerlo correctamente, y si no
está produciendo el fruto adecuado [arrepentimiento], es evidencia de que no
eres hijo de Él.
En
otras palabras: si tribulación y dificultad llegan a tu vida, eso que provoca
dolor, eso que te aflige llega a tu vida y
te ofendes con Dios y no te gusta…., no
eres su hijo.
¿Sabes
qué es lo que debe producir la disciplina de Dios?: ¡santidad! ¡justicia!
El
fruto apacible de justicia, para que participemos de Su santidad.
Si
el castigo, la aflicción y la tribulación no produce eso en tu vida, no está
bien.
Presten atención a esto:
2Corintios
7:10 “Porque la tristeza que es según
Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que
arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.”
Esta es la
cuestión: Cristo dice: “Yo reprendo a todos los que amo”
El
objetivo es conducirnos al arrepentimiento. El dolor es lo que produce la
disciplina. El dolor produce angustia, produce tristeza. El dolor según Dios,
la tristeza según Dios, conllevan al arrepentimiento, ¿está claro?
Compare el remordimiento de Pedro y su arrepentimiento [tristeza según
Dios], con la amargura y el suicidio de Judas [tristeza del mundo]. Ambos negaron a Cristo. Uno se arrepintió y fue restaurado a la fe y
al servicio; el otro se quitó la vida.
Pensemos
en la naturaleza de la disciplina de Dios: ¿Por qué Dios nos disciplina, cuál
es siempre el motivo?: ¡El pecado!
Él
nunca disciplina por otro motivo que no sea el pecado. ¡Es nuestro pecado!
Dice
el Señor Jesucristo en Apocalipsis 3:19
“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete.”
¿Qué es lo único que necesitamos?: Arrepentirnos
En otras palabras: “Te disciplino a causa del
pecado en tu vida”.
Así que: Todo hijo de Dios es disciplinado cuando
peca.
Voy a hacerte una pregunta: ¿Puedes pecar y
salirte con la tuya?
No, si realmente eres hijo de Dios, no puedes continuar en pecado y
salirte con la tuya. Dios Vendrá por ti y sentirás su vara en tu
espalda, y algo más: la disciplina de Dios siempre es la correcta para tu
pecado.
La enfermedad como disciplina
de Dios
Del
libro “Caminado con Dios” de J.C. Ryle
Quizás encuentre sorprendente
el hecho de que la enfermedad nos pueda hacer un bien. Muchas personas nunca
consideran esto. Ellos ven solo el sufrimiento y el dolor y no ven el bien en
ningún sentido. Ahora, estoy de acuerdo que si no existiera el pecado en el
mundo, sería imposible que la enfermedad hiciera algún bien a los hombres.
No había enfermedad en el
mundo perfecto que Dios creó en el principio. Pero
Dios en su sabiduría ha permitido la
enfermedad desde la caída del hombre, y es tanto una bendición como una
maldición.
Dios es capaz de usar nuestro dolor y sufrimiento
temporales para lograr un bien más alto en nuestra mente, nuestra conciencia y
nuestra alma, un bien eterno.
I) La enfermedad nos ayuda a recordar la realidad de la muerte. Muchos hombres viven como si
nunca fueran a morir, y no se preparan. La enfermedad les puede recordar acerca
su realidad como mortales, para que no lo olviden.
II) La enfermedad ayuda al hombre a pensar seriamente acerca de Dios. Mucha gente, mientras tiene
salud, escoge olvidarse de Dios y de su relación con Él. La enfermedad les
recuerda que algún día tendrán que enfrentarse con Él.
III) La enfermedad ayuda a cambiar nuestra perspectiva de la vida. Muchas personas nunca piensan
en ninguna otra cosa que no sea su propia felicidad en este mundo. Un periodo
prolongado de enfermedad puede cambiar su forma de valorar las cosas que antes
consideraban como muy importantes. Por ejemplo, el hombre que ama el dinero
puede aprender que el dinero no le puede consolar cuando está enfermo.
IV) La enfermedad ayuda a humillarnos. Todos somos orgullosos por naturaleza. Buscamos a alguien que podamos
criticar y hacer menos. Pero la enfermedad nos muestra nuestra debilidad. Ella
viene a los ricos y a los pobres, a los famosos y a los desconocidos, y nos
coloca a todos en el mismo nivel.
V) La enfermedad nos ayuda a probar nuestra fe cristiana. Nos ayuda a aprender si
nuestra fe cristiana es real o no, si esta edificada o no sobre un fundamento
sólido. Muchas personas no están edificando sobre un fundamento sólido, y un
tiempo de enfermedad puede hacerles ver que su “cristianismo” no les trae
ningún consuelo en la hora de prueba.
No digo que la enfermedad siempre beneficia a
todas las personas en estas maneras. ¡Al contrario! Muchos experimentan la
enfermedad, y su subsecuente comportamiento demuestra que no aprendieron nada
de ella. Sus corazones están endurecidos y la enfermedad no les hace ningún
bien. Pero hay muchas personas a quienes Dios ha hecho que su enfermedad les
sea una bendición. Dios la ha usado para hablarles, y conducirles a buscar a
Cristo. Entonces, nunca debemos quejarnos de nuestra enfermedad. Si
reaccionamos correctamente ante ella, nos puede hacer mucho bien.
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