Por El Contendor
Entre los griegos como entre los romanos que fueron
contemporáneos de los apóstoles, la retórica era una
cualidad muy preciada en sus oradores. El discurso no solamente valía por lo que
decía sino que también la persuasión,
dependía de cómo se decía.Los Apóstoles fueron enviados por el mismo Señor: “Marcos 16:15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
Marcos 16:20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén.
Todos ellos, capacitados por el Espíritu Santo, extendieron el Evangelio por todo el mundo conocido hasta esa época. Seguramente todos habrían recibido de Dios el don de la oratoria, en mayor o menor grado.
Tenemos muchos pasajes bíblicos que nos describen cómo predicaban el Evangelio aquellos discípulos de Jesús. Veamos unos pocos:
Hch 4:13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.
Hch 4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,
Hch 4:30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Hch 4:31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Efe 6:19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
Efe 6:20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él,
como debo hablar.
La palabra DENUEDO vemos que aparece con frecuencia asociada a la predicación del Evangelio; el significado según la RAE es:
Denuedo. (De denodarse). 1. m. Brío, esfuerzo, valor, intrepidez
Dicho con otras palabras: Los Apóstoles y discípulos enviados por Jesús predicaban el Evangelio con esfuerzo, valor, intrepidez y brío.
Los Apóstoles Pedro
y Pablo se destacaban por estas
cualidades de su oratoria, capaz de conmover a sus audiencias, haciéndoles
tomar conciencia de sus pecados y de la necesidad de arrepentimiento.
Aquél primer
discurso de Pedro, ante la multitud que se había reunido en la casa, con motivo del gran
estruendo ocasionado por el viento, con la llegada del Espíritu Santo, marcó la
diferencia entre un Pedro temeroso y dubitativo y un Apóstol Pedro intrépido y
valeroso.
Guiado por el E.
Santo, Pedro fue llevando con su sermón a la multitud incrédula y burlona a la
convicción, compunción y al
arrepentimiento.
Aquí veremos
algunos párrafos de su oratoria:
Hch 2:14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los
once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que
habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Hch 2:15
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la
hora tercera del día.
Citándoles las escrituras los fue llevando a reconocer a Cristo, el Hijo de Dios, como su mesías (algo muy difícil para la mayoría de los judíos de aquellos días).
Hch 2:22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús
nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios
y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos
sabéis;
Hch 2:23 a éste, entregado por el determinado consejo
y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de
inicuos, crucificándole;
Hch 2:24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de
la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Hch 2:25 Porque David dice de Él:
Veía al Señor
siempre delante de mí;
Porque está a
mi diestra, no seré conmovido.
Hch 2:26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se
gozó mi lengua,
Y aun mi carne
descansará en esperanza;
Hch 2:27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás
que tu Santo vea corrupción.
Hch 2:28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de
gozo con tu presencia.
Hch 2:29 Varones hermanos, se os puede decir
libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está
con nosotros hasta el día de hoy.
Hch 2:30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con
juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne,
levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
Hch 2:31 viéndolo antes, habló de la resurrección de
Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.
Hch 2:32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos
nosotros somos testigos.
Hch 2:33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y
habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto
que vosotros veis y oís.
Hch 2:34 Porque David no subió a los cielos; pero él
mismo dice:
Dijo el Señor a
mi Señor:
Siéntate a mi
diestra,
Hch 2:35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado
de tus pies.
Hch 2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de
Israel, que a este Jesús a quien
vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Hch 2:37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y
dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Hch 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada
uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo.
Hch 2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para
vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro
Dios llamare.
Hch 2:40 Y con
otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta
perversa generación.
Hch 2:41 Así
que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel
día como tres mil personas.
Hch 2:42 Y perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las
oraciones.
(continúa en Parte II)
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